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Laicidad positiva

Hace poco más de un año, con motivo de la visita de Benedicto XVI al Palacio del Elíseo, el Presidente de Francia, Sr. Sarkozy, efectuaba una reflexión pública en torno al complejo tema de las relaciones entre Iglesia y Estado...

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Hace poco más de un año, con motivo de la visita de Benedicto XVI al Palacio del Elíseo, el Presidente de Francia, Sr. Sarkozy, efectuaba una reflexión pública en torno al complejo tema de las relaciones entre Iglesia y Estado, introduciendo matices muy clarificadores que, en definitiva, según su criterio, dependían de la actitud de cada Estado con respecto al tratamiento de este asunto.
Me refiero exactamente a la definición que él acuñó en relación con la aconfesionalidad de los Estados, definiéndola como "laicidad positiva". Este término nos introduce en un nuevo plano de absoluto respeto hacia la función irreemplazable de la religión para la formación de las conciencias, al menos, para los que voluntariamente opten por esta vía. Una laicidad positiva abarca una actitud estatal que respeta y dialoga y no una laicidad que excluye denuncia. ¿Está siendo tratado en nuestro país este asunto dentro de estos cauces?
En un artículo escrito por don Miguel de Unamuno, publicado en el diario madrileño 'El Sol' el 30 de enero de 1932, con el título de "Un ruego al Gobierno", comentaba: "Sí, ya se sabe que hemos promulgado que no hay religión del Estado, pero ¿quiere esto decir que la nación no tiene alma tradicional y popular?...nada sería más cavernario, más troglodita, que la imposición de un agnosticismo oficial pedagógico…" La realidad nos demuestra que existen datos suficientes para pensar que la actitud de nuestro Estado se acerca más a las indicaciones de Unamuno, en cuanto se refiere a la imposición de un agnosticismo oficial, que a las directrices abiertas y positivas que promulgaba el Sr. Sarkozy. Son constantes en nuestro país los roces entre Iglesia y Estado porque los límites ideológicos del Estado pretenden conculcar los que genuinamente corresponden a la religión. Esta situación se ve ahora alimentada por la expresada intención del Estado de suprimir los crucifijos en los centros escolares. Y digo yo, ¿a quién molesta la figura de este crucificado?, ¿entienden que es símbolo de paz, de amor, de concordia y de perdón?, ¿entienden que el mensaje del Crucificado está basado en "el amor al prójimo como a ti mismo", en "perdonarnos setenta veces siete", en "poner la otra mejilla", en…?¿Qué sentido puede tener promover una Alianza de Civilizaciones cuando nos avergonzamo.

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