Poco nos dice el nombre de José María Hinojosa CoBacho, pero cuando se dice su apodo El tempranillo la pintoresca historia de los "bandoleros de la Sierra" nos hace recordar escenas de curiosidad y encanto. De las diferentes leyendas en relación con su "mote" quizás la que produce mayor fascinación es aquella que describe el enfrentamiento, "navajas de por medio" cuando solo tenia quince años, con alguien que molestó a su novia y que por ello perdió la vida. El delito era de pena capital. Tuvo que refugiarse en la montaña. Tan joven. De ahí lo de "tempranillo".
Ya hace unos años que estamos en el siglo XXI. El ser humano presume de ello. Controversias, debates, simples conversaciones familiares o de amigos, si alguien defiende alguna idea tradicional o valores de los que indiscriminadamente se citan como "conservadores o retrogrados" enseguida alguna voz con vehemencia y superioridad recuerda que la época impone modernidad y progreso. Sin embargo vestir a la moda, no es indicativo de belleza.
Catorce años de su existencia precisó solamente el pasado siglo, para darnos el primer azote dramático. Luego vendría el segundo, entre la cuarta y quinta década y previamente nuestra horrible "guerra civil". Guerras: crímenes que la locura humana permite y justifica. Las siglas del dos mil era nuestra esperanza para el olvido.
Qué poco duró la frágil felicidad. Antes de cumplirse la primera decena de esta nueva centuria, la miseria hace un vuelo rasante y con la fuerza de sus alas tambalea la economía global. Todos piden ayuda para recuperarse. El reparto equitativo es una quimera. El pobre puede aumentar su pobreza, pero "la rica banca" tiene que mantener su capital.
A pesar de resentimientos, radicalismos, antisistemas, deseos totalitarios, elecciones múltiples y gobiernos impersonales, de revulsiva mezcla, nuestro país se recuperaba.
Una escalada de armas era indicativa del poder de los Estados. Pero las habíamos fabricados para luchar contra los hombres y ahora el enemigo rebasa los límites de visión de la retina.
Invisibles, diminutos y además combatiendo tan lejos de nuestras fronteras europeas, no se le presta atención. Sabido ello, la partícula microscópica - el virus, Covid-19 - avanza sin que encuentre obstáculos a su paso. Se reacciona majaderamente. Poco daño nos hará, se exclama. Los expertos se doblegan en vez de quebrarse, de romper con los que lo señalaron a dedo. En lugar de ser dominador de la que ya era una verdadera pandemia, se opta por ser dueño de la calle, que es donde están los votos. Cuando queremos guarecernos en las trincheras que nos ofrecen las paredes de los domicilios, ya es tarde. La cizaña ha ahogado al trigo y ha sido, el ya totalmente germinado, el de más edad y los sembradores que lo cuidaban, quienes más se han hundido en tierra para no levantarse jamás. No tiene este siglo días suficientes para contener el caudal de lágrimas de tantas familias destrozadas por el dolor y mucho menos para olvidar "la vía dolorosa" seguida por tantos abuelos, que vivieron años de hambres, penuria, escasez de trabajo y que con el esfuerzo y la dedicación diaria, levantaron este país y se han enfrentado a la muerte, solos, sin poder llevar el aire a sus pulmones, a pesar de ser la cantidad casi infinita, sin caricias y sin los que amaba, aunque en el fondo tenían la satisfacción de ver como exponían su vida por ellos profesionales muy diversos, casi a "pecho descubierto.-
Con este enemigo, más que homicida, genocida, nos ha sorprendido el siglo XXI en sus comienzos, muy pronto, "TEMPRANILLO" y puede ser que este nombre acompañe a su recuerdo.. No estaba quizás la humanidad preparada para ello, pero tampoco encontró - al menos aquí - hombres de Estado que dieran preferencia a la unificación de esfuerzos, criterios, conocimientos y decisiones, sin mirar ideologías y sin derivar toda la responsabilidad en sus ciudadanos que pueden ser - si no cumplen - castigados económicamente, con cifras que necesitarían más de una vida para abonarlas. El instinto de conservación individual, al que ha acompañado el pánico a enfermar y sus consecuencias, va a ser el héroe de la contienda, aunque quizás ya existan armarios repletos de medallones e indumentaria confeccionada para "los de siempre" celebrar un final, que ahora parece iniciarse.
Pero la historia, con sus engaños, falsedades, fraudes y verdad real no consentirá que como "memoria histórica" tenga que soportar un relato sesgado.