Lo llevan en las venas. De abuelos payasos y domadores, hijos trapecistas y malabaristas, y nietos equilibristas, contorsionistas, acróbatas, magos... Y es que el amor unió a dos familias de artistas españoles, Quirós y Alaska, que hasta el domingo presentarán su espectáculo circense (a las 12, 17 y 19.30 horas) en la explanada anexa al recinto ferial jerezano.

Detrás de la pista que une por primera vez en España a dos circos con multitud de artistas hasta de tercera generación, hay un trabajo que pocos se imaginan. Hace varios días que llegaron y ya ayer lo tenían todo montado: los animales (tigres, osos, caballos, ponis, dromedarios, cocodrilos, toros bravos, serpientes,...) en sus cuadras, las caravanas a punto, la carpa montada, el recinto cerrado y hasta los niños en la escuela. Además, para que la educación de estos últimos no sufra los avatares del continuo ir y venir de su ciudad con ruedas, el Ministerio de Educación y Ciencia dota de docentes a estos circos.

En concreto, Alaska y Quirós tienen casi una veintena de niños en edad escolar que, a diario, acuden a una de las dos escuelas con las que cuentan estos artistas. Una de sus maestras, Ana Belén Santos, va con ellos a donde el circo se desplace y ayer comentó que “esto es como dar clase en un colegio de la zona rural”, dada la diversidad de edades. Eso sí, si algo tienen en común estos alumnos es que la mayoría quiere ser de mayor artista.

Toda una pasión
Y es que todos viven, sienten y trabajan para y por el circo. Quizás ésta sea la clave de que no tengan crisis, a lo que se une “que nuestros precios son asequibles, puesto que ofrecemos dos horas de espectáculo” que, este año, llega cargado de novedades como el musical de los Cantajuegos, tal y como ayer explicó el subdirector de los circos, Marcos Guerrero. Eso sí, aunque el gusto del público va variando con el paso de los años, lo que más sigue gustando son “los payasos y los animales”, aunque sin duda hay otras actuaciones que son para quedarse con la boca abierta, de lo que da fe este medio.

Llegada la noche del domingo, guardarán sus ganas e ilusiones en sus caravanas para encaminar su vida hacia otra ciudad pues, ya se sabe, el espectáculo debe continuar.