El Festival Stop Racismo que organiza la APDHA con la colaboración del Ayuntamiento de Conil el próximo 24 de agosto, parece que es, incluso más que en ediciones anteriores, tremendamente oportuno y actual. Hemos vivido este verano el maltrato recibido por los migrantes cuando llegaban a las costas de la comarca, particularmente en Barbate. Maltrato por acogida indigna y falta de respeto de derechos fundamentales, debido al caos provocado por la inexistencia de recursos y la imprevisión del gobierno.
Como contrapunto también hemos podido comprobar ciertamente como se levantaba una hermosa ola solidaridad ciudadana, y como administraciones locales como la de Barbate hacían cuanto en su mano estaba para apoyar y atender a las personas llegadas.
Así que sí, el Festival Stop Racismo es plenamente actual para visibilizar y apoyar esa ola de solidaridad. Para fortalecerla y ampliarla como dique contra un creciente racismo al que ¡ay! no dejan de surgirle voceros entre los partidos políticos de la derecha en nuestro país. Todos los datos para quien sea mínimamente honesto lo demuestran: la llegada de inmigrantes a nuestro país no es una avalancha pese a su incremento este año, ni mucho menos una invasión, ni siquiera supone ninguna crisis migratoria, excepto la derivada de la falta de recursos y de interés manifestada por el gobierno hasta el momento.
Pero esa llegada de inmigrantes está siendo usada miserablemente por partidos como el PP o Ciudadanos con el objetivo nada oculto de rebañar unos cuantos votos de personas vulnerables o desinformadas. Por ello es tremendamente oportuno este Festival Stop Racismo, para denunciar el racismo implícito y explícito de los mensajes oportunistas y demagógicos, basados en mentiras, de dirigentes de derechas como Casado o Rivera.
España es afortunadamente, creo, una sociedad tolerante e integradora, abierta y respetuosa, aunque no nos falten unos pocos energúmenos. Pues bien, los mensajes racistas del PP o Ciudadanos pretenden cambiar esa situación sociológica y convertirnos en una sociedad cerrada pero dividida, que rechaza la diversidad y adscrita a un nacionalismo rojigualda radical que entronca con lo peor del franquismo.
El racismo de estos mensajes no se parece posiblemente al del Ku Klux Klan o al de los nazis que consideraban que unas razas (la blanca) son superiores a otras (los negros, los judíos, los latinos…), aunque muchos de ellos lo piensen. Se trata más bien de un racismo que presentan como si tuviera el objetivo de proteger nuestros valores (en realidad sus valores rancios) y nuestro estado del bienestar (aquí no cabemos todos, nos quitan el trabajo, no podemos ser buenistas); los mismos por cierto que con sus políticas económicas son los que han destrozado buena parte de los derechos sociales, han mandado al paro a millones de personas y han incrementado la pobreza y la desigualdad. Quieren emular a la ultraderecha europea, presentado ideas antiguas, las ideas totalitarias de siempre, con ropajes nuevos. Ya no visten uniformes, visten de Armani, pero tienen en el fondo las mismas ideas neofascistas de siempre. Las consecuencias de esta deriva pueden ser terribles en nuestra sociedad, pero eso a ellos les importa bien poco con tal de obtener réditos políticos.
De aquí la oportunidad del Festival Stop Racismo este año, al que se unirán otras causas no menos urgentes, como la lucha contra las restricciones de las libertades (ley mordaza por medio, aún sin derogar) o la lucha del feminismo. Pero todo ello, denuncia, reivindicación y solidaridad, no están reñidos, sino que se engarzan perfectamente, con un ambiente lúdico y festivo, propios de un festival con un cartel tan potente como este con Ea!, Cadipsonians y Samba Wamba. Y con participar en un lugar y un momento el que aprovechamos para reivindicar desde la alegría que somos muchas personas las que conjuntamente nos visibilizamos como defensoras de los derechos humanos.
