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De incógnito

Esperpento (inter)nacional

Y ahora se me descuelga Anna Gabriel y se me refugia en Suiza porque es un “país neutral”...

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Asisto con la ceja arqueada de sorpresa a la huida de la anticapitalista Anna Gabriel a Suiza, el penúltimo episodio de esta “cuestión catalana” que considero un esperpento desde que un experiodista metido a salvador de su madre patria decidió escaparse en coche para “exiliarse” en Bruselas tras una serie de despropósitos políticos, legales, parlamentarios, policiales y sociales en el que cada uno tiene su culpa, su responsabilidad y su penitencia. Y digo que me sorprende porque, hasta ahora, los únicos que demostraban cierto grado de coherencia, es decir, sin vaivenes ni juegos de llamadas, ofertas y contraofertas, eran los de la CUP... Y hete aquí que va Gabriel y, en lugar de plantarse ante la autoridad como mandan los cánones antisistemas esperando la porra del policía, huye y lo hace a Suiza, destierra la estética okupa y “desdobla” -dice ella- la estrategia proindependentista de la CUP... Se me ha caído un mito.

Me reconozco partidaria de todo tipo de referéndum. Es más, desde que en 2014 se montó el follón con la reforma del Estatut siempre he considerado que era más práctico preguntarles directamente a los catalanes antes que dejar que los de uno y otro bando polarizaran posturas, que las ideas se convirtieran en dogmas y que se transformara en cuestión de fe una votación que terminaría afectando a todos y en la que todos perderían. Es la virtud y el defecto de estar siempre en el medio, tan denostado en estos tiempos. Y en esas polarizaciones progresivas, la CUP siempre se había mantenido impertérrita: eran anticapitalistas, antisistema y prorrepublicanos. Incluso los días esos en los que nadie sabía -ni los más cercanos- qué iba a hacer Puigdemont, los únicos que no se movieron ni un ápice fueron ellos. Y ahora se me descuelga Anna Gabriel y se me refugia en Suiza porque es un “país neutral”.

Históricamente Suiza ha sido neutral por conveniencia, política y económica, no por idealismo. Por sus montañas han cruzado refugiados, exiliados, perseguidos, inocentes, culpables, genocidas y, sobre todo, mucho turista y mucho potentado que depositaba en sus bancos su capital (negro o no), con tal falta de transparencia que sólo hasta hace poco tiempo, y no completamente, la justicia ha podido exigirles información sobre los depósitos “neutrales” que albergan. Ellos, los suizos, ahora, son ejemplares. No, ellos, como los belgas para Puigdemont, son ahora convenientes, como siempre, pero no neutrales.

La marcha de Gabriel a Suiza es como el último epílogo del esperpento nacional e internacional en el que se ha convertido nuestra cuestión catalana. “La presentación de una realidad deformada y grotesca y la degradación de los valores consagrados a una situación ridícula”, es como se define el género literario de Valle-Inclán... Y yo me imagino a Gabriel con Heidi por las montañas -o a Puigdemont con el Manneken Pis por Bruselas- mirándose en los espejos del callejón del Gato convenciéndose a sí misma de que esa Suiza neutral será donde mejor defienda sus ideales y su Cataluña independiente. Lo dicho, un esperpento.

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