La política del despiste es aquella herramienta que se utiliza tanto para un roto como para un descosido. Para cualquier cosa vale, siempre y cuando el que gane sea el político de turno. Curiosidades de la vida, en la misma semana en la que la tocata y fuga empieza a llamar con fuerza en el Gobierno de Peral, coincidencias al poder, hemos tenido una semana de lo más fiestera.
Ironías varias, de lo más completa. Desde la recepción de los Reyes Magos y su séquito real, pasando a que la Feria de Primavera será nuevamente para una ciudad de la provincia de Cádiz mediante voto (cómo no), el triplete se firmó ayer con el anuncio del pregonero del Carnaval. Ole por Pepito Martínez.
La semana pasada, principio de noviembre, ya pudimos comprobar el majestuoso alumbrado que lucirá en la próxima Navidad las calles portuenses. Previsión efectiva. Lo dicho, El Puerto está de fiesta continua.
Tanto y tanto que celebrar que se nos amontona una tras otra. Solo faltó conocer quién será el que pregone la Semana Santa. Pero ya saben, las Cofradías y sus tiempos van a otra división.
Estas herramientas, también conocidas como cortinas de humo, sirven para mantener la atención en temas secundarios sin que los principales, los que nos importan, pasen a un segundo plano.
La política se sirvió, ahora y siempre, de comodines perfectos para hacer sin decir y decir sin hacer. Toda una amalgama de técnicas que nos distraen y nos acercan tradiciones y jolgorio mientras las penas, los problemas diarios, quedan solapados con argucias más o menos elocuentes o ficticias.
La crisis municipal quedó disfrazada a modo de presentaciones variopintas y de anuncios que no ocultan el calamitoso estado por el que atraviesa el Gobierno local.
Nadie quiere tomar para sí, ni mucho menos asumir, el fracaso de las políticas sociales y mucho menos de unas cuentas que no terminan de cuadrar, presentar ni aprobar.
El gran pilar en el que se ha ido sustentado el progresismo social vendido a los cuatro vientos, se ha ido desmoronando al mismo tiempo que la realidad sacudía las inocentes propuestas de medidas del todo ilusas y carente de efectividad.
De unos Presupuestos Participativos que retratan a las claras las intenciones por un lado y la verdad por otro. De las promesas de barriada y las desbandadas de vecinos que ya no se creen ni media. Razones han dado.
De fantasías y de otro Puerto que ni está ni se le espera por envergaduras de las que hay que saber y de las que hay que estar. Por eso cuando la semana se cierra y lo más importante para unos es que ya podemos votar para ver a qué pueblo se le va a dedicar la Feria, yo me pronuncio y voto por Vejer.
Al menos por un pueblo que sí sabe que es bonito y a dónde quiere ir.