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Editorial Sevilla

Entre dos aguas

El delegado de Seguridad, en vez de aplicar la ley o de vigilar si se cumple, se ofrece como mediador entre los vecinos y los dueños de las discotecas

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Tan sólo unas horas ha tardado el delegado de Seguridad, Juan Carlos Cabrera, en confirmar nuestra tesis sobre la falta de voluntad política de las Administraciones  para acabar con las botellonas, dado que hasta el propio PP ha reconocido la existencia de normas aprobadas en tal sentido por todas ellas, pese a lo cual las botellonas subsisten.

En su campaña de denuncias, los populares se ha hecho eco del calvario que sufren los vecinos de Macarena Tres Huertas “por la proliferación de discotecas cerca de las viviendas y botellonas de martes a domingo, lo que impide conciliar el sueño”. Ante ello, el delegado se ha ofrecido a  convocar una reunión entre la asociación de vecinos y los empresarios de las discotecas.

Es la táctica habitual del Consistorio ante un conflicto: navegar entre dos aguas y convocar mesas a troche y moche colocándose en medio como espectador con tal de no decidirse por nadie ni aplicar la legislación. Hay una ley antibotellón desde hace diez años que prohíbe beber en la calle, pero aquí sigue habiendo botellonas cada noche. Hay normas que obligan a insonorizar las discotecas, pero los vecinos se siguen quejando del ruido. Observamos que la respuesta municipal no consiste en velar por el cumplimiento de las normas, sino en pedir un ejercicio de buena voluntad a los sufridores y a los presuntos vulneradores. El gobierno local está confundiendo su rol con el de una ONG.

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