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¿Condenados? a entenderse

El 22 de marzo se acerca y con él, un nuevo Domingo de Pasión en el que los cofrades soñarán y disfrutarán de una jornada que empieza a tener sabor de despedida porque los días comienzan a estar contados y el anhelo de cada año, igual que llega, se va.

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El 22 de marzo se acerca y con él, un nuevo Domingo de Pasión en el que los cofrades soñarán y disfrutarán de una jornada que empieza a tener sabor de despedida porque los días comienzan a estar contados y el anhelo de cada año, igual que llega, se va.

Pues bien, resulta que ese mismo día, tenemos elecciones en Andalucía, para elegir a la persona que ocupe la presidencia durante los próximos cuatro años (si es que no se vuelven a adelantar), y lo que es más importante aún, el equipo de gobierno que dicha persona tendrá.

Las encuestas arrojan un panorama muy diferente al que estábamos acostumbrados, con nuevas formaciones que parecen tener bastante respaldo y que por tanto, pueden tener mucho que decir en la formación de dicho equipo para el futuro.


Son ya varios medios los que ante esta circunstancia, los que ya han publicado que los partidos políticos para formar gobierno están condenados a entenderse y, en esencia me parece un error unir estos dos verbos de la forma en que se hace. Entenderse debe ser, fue y debería ser algo maravilloso.

Existen múltiples ejemplos en el mundo de la política que lo demuestran. En Alemania llevan ya varias legislaturas así, y no parece que sea un país que vaya mal del todo.

En el País Vasco, prácticamente desde la transición han debido entenderse diferentes partidos para formar gobierno y entre otros efectos, nos encontramos con que es la comunidad española con menos casos de corrupción política (teniendo en cuenta el número de habitantes).

La misma transición en si, es un gran ejemplo de lo bueno qué es entenderse para buscar un consenso en las decisiones tomadas.

En definitiva, no creo que debamos asustarnos ante el más que probable entendimiento que deben buscar los responsables políticos a partir del día de las elecciones, y espero y deseo que realmente no sea una condena, aunque como en todo, también hay ejemplos que no son tan positivos como los que he planteado pero, ¿qué quieren qué les diga?, soy optimista por naturaleza.

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