Fe y misterio en el Polvorín
Apenas pasaban unos minutos de las 16:15 de la tarde, cuando la barriada del Polvorín se dejó embriagar por la luz de su Semana Santa.
Apenas pasaban unos minutos de las 16:15 de la tarde, cuando la barriada del Polvorín se dejó embriagar por la luz de su Semana Santa. A esa hora, salía de la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús la Cruz de Guía de la Dominica, Real, Ilustre, Fervorosa y Primitiva Hermandad Sacramental y Cofradía de Nazarenos de la Sagrada Cena, Santísimo Cristo del Amor, María Santísima del Rosario y Santo Domingo de Guzmán.
La Sagrada Cena estaba en la calle, y el Polvorín onubense, con sus gentes ávidas de procesión, se dejaba seducir por la mescolanza de calor primaveral, olor a incienso, música cofrade e imágenes que salen a la calle para recibir las plegarias de los devotos, las miradas de los curiosos y el respeto de los fieles. Tras el paso de misterio del Cristo del Amor, la Agrupación Musical Cristo del Amor, y la Banda Municipal de Música de Guillena (Sevilla) para acompañar el desfile de María Santñisima del Rosario.
Desde la calle Presbítero Pablo Rodríguez, se iniciaba una procesión que se alargaría hasta superadas las doce y media de la noche. En su paso por Huelva, la Sagrada Cena avanzó por la Avenida Federico Molina, la Alameda Sundheim, Plaza del Punto, Berdigón, Alonso Sánchez, Isabel la Católica, La Paz, Rábida, Murillo, Vázquez López, Gobernador Alonso, Hernán Cortés, Rascón y Bocas. Todo ello antes de entrar en la carrera oficial, donde miles de onubenses esperaban, dando a las calles céntricas sensación de explosión primaveral, la llegada de una hermandad que, con 61 años de historia, se ha convertido en una de las más esperadas de la Semana Santa onubense. Con fidelidad en el cumplimiento de los horarios, la Sagrada Cena avanzó, al salir de la carrera oficial, por la Gran Vía con el fin de acercarse a uno de los puntos más visuales de su desfile procesional: su paso por el barrio Reina Victoria, donde miles de aficionados contemplaron el ascenso por el mítico barrio obrero antes de emprender la calle Roque Barcia, Cortelazor, la Plaza Virgen del Rosario, Niebla, Puebla de Guzmán, y realizar su entrada en el templo.
La mejor noticia, la ausencia de noticias, la tranquilidad de la procesión, el buen tiempo y el cumplimiento con la tradición, la fe y el festejo de una hermandad que este año ha sabido lucir la simbología de sus pasos, con el estreno del pendón sacramental, el mantolín, el cíngulo, y el broche de oro para el Cristo del Amor, además de la restauración de tres apóstoles del paso de misterio y de la saya de la Virgen del Rosario.
Explosión de belleza, fe y festejo en el Polvorín que supo, un año más, pasear por las calles onubenses con el amor por la Semana Santa y a sus imágenes como mayores banderas.
La Sagrada Cena estaba en la calle, y el Polvorín onubense, con sus gentes ávidas de procesión, se dejaba seducir por la mescolanza de calor primaveral, olor a incienso, música cofrade e imágenes que salen a la calle para recibir las plegarias de los devotos, las miradas de los curiosos y el respeto de los fieles. Tras el paso de misterio del Cristo del Amor, la Agrupación Musical Cristo del Amor, y la Banda Municipal de Música de Guillena (Sevilla) para acompañar el desfile de María Santñisima del Rosario.
Desde la calle Presbítero Pablo Rodríguez, se iniciaba una procesión que se alargaría hasta superadas las doce y media de la noche. En su paso por Huelva, la Sagrada Cena avanzó por la Avenida Federico Molina, la Alameda Sundheim, Plaza del Punto, Berdigón, Alonso Sánchez, Isabel la Católica, La Paz, Rábida, Murillo, Vázquez López, Gobernador Alonso, Hernán Cortés, Rascón y Bocas. Todo ello antes de entrar en la carrera oficial, donde miles de onubenses esperaban, dando a las calles céntricas sensación de explosión primaveral, la llegada de una hermandad que, con 61 años de historia, se ha convertido en una de las más esperadas de la Semana Santa onubense. Con fidelidad en el cumplimiento de los horarios, la Sagrada Cena avanzó, al salir de la carrera oficial, por la Gran Vía con el fin de acercarse a uno de los puntos más visuales de su desfile procesional: su paso por el barrio Reina Victoria, donde miles de aficionados contemplaron el ascenso por el mítico barrio obrero antes de emprender la calle Roque Barcia, Cortelazor, la Plaza Virgen del Rosario, Niebla, Puebla de Guzmán, y realizar su entrada en el templo.
La mejor noticia, la ausencia de noticias, la tranquilidad de la procesión, el buen tiempo y el cumplimiento con la tradición, la fe y el festejo de una hermandad que este año ha sabido lucir la simbología de sus pasos, con el estreno del pendón sacramental, el mantolín, el cíngulo, y el broche de oro para el Cristo del Amor, además de la restauración de tres apóstoles del paso de misterio y de la saya de la Virgen del Rosario.
Explosión de belleza, fe y festejo en el Polvorín que supo, un año más, pasear por las calles onubenses con el amor por la Semana Santa y a sus imágenes como mayores banderas.
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