Inasequibles al desaliento seguiremos persiguiendo la quimera de la realización del sueño de una fraternidad entre iguales, sin dioses, sin curas opresores, sin ladrones de oficina, sin burócratas desalmados, sin políticos corruptos. Sólo del pueblo vendrá un soplo desde sus pulmones, desde la esencia, desde las raíces de su trabajo, desde su conciencia, desde su solidaridad. Para ello hay que redoblar esfuerzos, desvincularse de lo que te imponen (tradicionalismo, conservadurismo) y sin miedo a ser, llegado el caso, un extraño en tu propio enjambre poblacional.
Que se liberen los sueños, que cada persona, desde el fondo de su conciencia, apueste por un modelo de vida dulce, romántico, sensible, igualitario, progresista y sensual. Aunemos esfuerzos para que cuatro chorizos no nos amarguen una vida que, bien vivida, puede ser maravillosa si la sabemos disfrutar. Pero nadie se deje embaucar porque cuando peor están las cosas la reacción maquina contra la libertad, esa fuerza profunda y sentida que algún día, los que tenemos su sed, disfrutaremos de todo corazón. Por todos los pueblos del mundo: ¡revolución!