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Miércoles 08/05/2024  

Inasequibles al desaliento

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De las ruinas de la sociedad occidental se levantará el espíritu de un hombre nuevo que piense por sí mismo, que desprecie los prejuicios, los dogmas, los estigmas que le impiden ser él como sujeto individual y como parte de la Humanidad. Las amarguras que soporta y contra toda lógica aún tolera el ser humano vienen determinadas, en buena medida, por las enseñanzas dañinas y perversas de la religión, que te obliga a ser cobarde ante las injusticias, sumiso ante los atropellos, pasivo ante el dolor. Porque hicieron fortuna pescando en las aguas turbias de la ignorancia y fomentaron el uso de la venda como medida eficaz de represión, para no ver, no sentir y ser una cosa en lugar de una persona. Levantémonos contra esta tiranía. Maldigo el opio clerical, acíbar venenoso, que me tragué siendo niño, que ahora vomito para mi liberación, con una mano en el corazón y la otra con el puño cerrado en alto.

Inasequibles al desaliento seguiremos persiguiendo la quimera de la realización del sueño de una fraternidad entre iguales, sin dioses, sin curas opresores, sin ladrones de oficina, sin burócratas desalmados, sin políticos corruptos. Sólo del pueblo vendrá un soplo desde sus pulmones, desde la esencia, desde las raíces de su trabajo, desde su conciencia, desde su solidaridad. Para ello hay que redoblar esfuerzos, desvincularse de lo que te imponen (tradicionalismo, conservadurismo) y sin miedo a ser, llegado el caso, un extraño en tu propio enjambre poblacional.
Que se liberen los sueños, que cada persona, desde el fondo de su conciencia, apueste por un modelo de vida dulce, romántico, sensible, igualitario, progresista y sensual. Aunemos esfuerzos para que cuatro chorizos no nos amarguen una vida que, bien vivida, puede ser maravillosa si la sabemos disfrutar. Pero nadie se deje embaucar porque cuando peor están las cosas la reacción maquina contra la libertad, esa fuerza profunda y sentida que algún día, los que tenemos su sed, disfrutaremos de todo corazón. Por todos los pueblos del mundo: ¡revolución!

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