Está a un paso del centro, acoge el acceso al ambulatorio central, a la Comisaría de Policía, al Palacio de Justicia y a la Delegación de Cultura y Educación...
Está a un paso del centro, acoge el acceso al ambulatorio central, a la Comisaría de Policía, al Palacio de Justicia y a la Delegación de Cultura y Educación. Es el atajo para ir caminando hasta el hospital maternal y vía alternativa para los vehículos que evitan el Paseo de la Estación. Y con todo ello aún no se han puesto a reparar la calle Arquitecto Berges. Eso por dar unos datos, que bastaría explicar que los vecinos de esa calle y aledañas pagan sus impuestos de manera que debieran revertirles para la reforma de tanto socavón. Y no sólo eso. Tú te das un paseo por tan emblemática vía y a la altura de los juzgados el nauseabundo olor de las alcantarillas te pega un bofetón que no hay manera de aguantar. Día tras día sin remedio. Y del coche mejor te olvidas: lo primero porque para aventurarte por la senda casi sería mejor traer un tractor o equiparte de un todoterreno con tracción a las cuatro ruedas no vaya a ser que en uno de los baches te quedes y no salgas. Lo único bueno de esa situación es que se crean puestos de trabajo en los talleres de Jaén a cuenta de los amortiguadores que caen en defunción del traqueteo en ese asfalto infernal que une la avenida del Ejército Español con el Paseo de la Estación. Lo segundo es que el espejo situado en la incorporación desde la cuesta de la Cruz Roja hace meses que no permite ver los coches que por allí pasan y ya se han dado más de un golpe. No se fíen de ese espejo mágico que apunta al suelo y no a los coches que vienen con lo cual garantiza el impacto. ¿No lo ve la Policía Local para mandar a alguien a ajustar la señalita? Claro que para más inri la "inritación" de los vecinos de la zona que soñaron que todo cambiaría cuando en verano el Ayuntamiento anunció a bombo y platillo la reforma integral de la calle (con corte de tráfico que se incluyó) y todo quedó en la simple sustitución de una tubería de Aqualia al final de la misma. Tan celebrada reforma quedó en parche parcial que afectó a apenas 100 metros de subsuelo. Y todavía seguimos con el pestazo a la altura de los juzgados -no será por veces que se han quejado los viandantes- y con una carretera que parecen los caminos de Juan Valdés cuando va a por el café. Ahí seguimos esperando a que alguien haga algo a lo grande, tal vez acabar definitivamente con tanto bache sin chapucear con los pegotes de alquitrán a los que nos tienen acostumbrados. O eso o a esta vía habrá que cambiarle el nombre y llamarla como calle del piano, del terremoto, de la peste o de la desidia de los políticos de Jaén.