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Globos de Oro 2013: La noche de Ben Affleck y... Bill Clinton

La 70ª edición de los premios que entrega la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood no fue solo en la que, muy elegantemente, Ben Affleck estampó dos Globos de Oro en la cara de los académicos. También hubo otros momentos destacados en la primera gran gala del año

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La 70ª edición de los premios que entrega la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood no fue solo en la que, muy elegantemente, Ben Affleck estampó dos Globos de Oro en la cara de los académicos. También hubo otros momentos destacados en la primera gran gala del año.

   Tras la procesión de estilismos, algunos imposibles, de la alfombra roja de rigor, la gala comenzó fuerte. Conscientes de que la oferta 2x1 de los organizadores buscaba hacer olvidar al incendiario Ricky Gervais, especialmente en su genial monólogo de 2011, Tina Fey y Amy Poehler arrancaron su labor como conductoras de la ceremonia con fuerza.

En su monólogo inicial se sucedían los chistes que tenían como blanco a los presentes en el hotel Beverly Hilton. Y algunos fueron brillantes. "La polémica sobre Zero Dark Thirty no tiene sentido. Si alguien sabe todo sobre la tortura, esa es la mujer que estuvo tres años casada con James Cameron", dijeron refiriéndose a Kathryn Bigelow.

   En su primera andanada, las presentadoras también se acordaron de Quentin Tarantino, al que Fey calificó de "la estrella de todas mis pesadillas sexuales", o de Anne Hathaway a la felicitaron por su interpretación en Los Miserables recordándole su labor como presentadora de los Oscar en 2011: "No he visto a nadie tan sola y completamente abandonada desde que te vimos en el escenario con James Franco en los Oscar". Pullita desde el estrado y vergonzosa sonrisa desde la mesa. Todo en orden.

   La propia Hathaway, adorable en su vestido blanco, fue quien protagonizó otro de los momentazos de la gala al conseguir que tuviera que sonar la música para separarla del micrófono y poner fin a su apresurado, apasionado y extenso discurso de agradecimiento. Así de entregada es Fantine.

Pero la alocución más jugosa de la noche fue la de Ben Affleck. Después de que recibiera su triunfo en los Critics 'Choice Awards con un ácido agradecimiento a la Academia de Hollywood, que horas antes le había dejado fuera de los cinco nominados al Oscar al mejor director, con el Globo de Oro en la mano el director de Argo tenía otra oportunidad de ídem para lanzar su dardo contra los académicos.

Y lo hizo, pero de forma más elegante y sutil. En esta ocasión Affleck subió al estrado y en su discurso se acordó de los otros cuatro nominados: la esplendida Bigelow, el mustio Spielberg, el escupidor de champán Tarantino y el siempre risueño Lee. Pero también de Paul Thomas Anderson, el director de The Master que no estaba nominado a los Globos de Oro fue el otro gran damnificado por los votos de los Académicos. De él dijo que es "como Orson Welles". Ahí es nada, quien tenga oídos para oír...

   El momento con más carga sentimental de la noche corrió a cargo de Jodie Foster, que emocionó con su intervención al recoger el premio Cecil B. DeMille en reconocimiento a toda su carrera. Una homilía en la que la cincuentona Foster no dejó pasar la ocasión para echarle un capote a su íntimo amigo en horas bajas Mel Gibson y proclamar que pasea soltera fuera del armario del que, recordó, ya salió hace años.

Por el escenario del Beverly Hilton pasaron muchas celebridades, pero sin duda la aparición estelar de la noche corrió a cargo de Bill Clinton... o "el marido de Hillary", como apostilló Poehler. Con el patio de butacas en pie casi en su totalidad --este año allí no estaba el viejo Eastwood para poner el contrapunto republicano-- el expresiente de los Estados Unidos presentó el video de Lincoln de Spielberg. Su patriótico y grandilouente discurso no dio precisamente mucha suerte al biopic presidencial.

Y para terminar, destacamos una curiosa mezcla que solo se les puede ocurrir a los organizadores de las pomposas galas hollywoodieses. Terminator y Rambo, o lo que es lo mismo, Arnold Schwarzenegger y Sylvester Stallone, junto a Michael Haneke.

   Y es que los ajados mercenarios fueron los encargados de entregar el premio a la mejor película en habla no inglesa que recayó en Amor. La pintoresca estampa se justifica en la nacionalidad del director, austriaco al igual que el antaño Gobernator, y puede que también en el grado experto que ha alcanzado Haneke para lidiar con añejos actores... ¿enamorados?

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