También, desde la asociación, se critica la presencia de peñas y asociaciones clandestinas, en las que se juega “sin ningún tipo de control, y en las que cualquier menor puede acceder a ellas”. “En estos lugares se lleva a cabo un proceso de captación de menores que tienen aptitudes para este juego para que desarrollen esta actividad de forma profesional, provocando, así, una grave dependencia al juego por parte de estos adolescentes”.
En este sentido, se informa del “importante” volumen de casos en los que “padres de menores nos cuentan, muy preocupados, que sus hijos están jugando con grandes cantidades de dinero que otras personas les facilitan para que participen en timbas clandestinas, entrando en un mundo de mafia”. De esta forma, Aonujer recuerda que “no estamos en contra del juego, sino de su mal uso”, por lo que se aboga por “un juego moderado, en el que a las personas se les de la opción de informar y jueguen en espacios totalmente legalizados”.
Otra de las adicciones tratadas en esta asociación son las compras compulsivas. No obstante, de cada seis personas que inician este tratamiento sólo una lo finaliza, ya que “resulta muy duro asumir que se tiene tal problema, y siempre achacan esta situación a la crisis o a que pasan por un mal momento”. El tratamiento de un jugador patológico tiene una duración entre dos y cinco años y, en líneas generales, en el caso de los hombres son sus madres las que les apoya en esta situación.
