El Tribunal Supremo ha confirmado la condena a un hombre por un delito de coacciones, otro leves de lesiones y otro de atentado a agentes de la autoridad después de que se encerrara en casa de su madre y agrediera a los policiales locales que fueron a sacarle.
En una sentencia, a la que ha tenido acceso Europa Press, la Sala de lo Penal del Supremo desestima el recurso de casación del acusado contra la sentencia de la Audiencia de Granada que ya confirmó la condena que le había impuesto un Juzgado de lo Penal. Concretamente, a ocho meses de prisión por agredir a los agentes y el pago de sendas multas.
La primera, de 3.240 euros por el delito de coacciones cometido contra su madre, a la que no podrá acercarse ni comunicarse durante dos años. La segunda multa es 360 euros por las lesiones causadas a la cuidadora de la anciana.
Los hechos se remontan a septiembre de 2018, cuando, entorno al mediodía, el acusado se presentó en la vivienda donde reside su madre y en la que tiempo atrás tuvo un despacho profesional del que fue desahuciado por sentencia de allanamiento. El acusado se escondió en el rellano y aprovechando que la cuidadora de su madre abrió la puerta para salir le propinó un empujón y se introdujo en la vivienda.
La cuidadora le compelió a marcharse diciéndole que no podía entrar porque su madre no quería verle. No obstante, la agarró por ambos hombros y la empujó contra la pared, ocasionándole contusiones. Finalmente tanto ella como la anciana optaron por salir de la casa ante el temor de que el acusado les pudiese causar algún daño.
Hasta allí se desplazaron agentes de la Policía Local, que procedieron a llamar a la puerta y, ante la ausencia de respuesta, la hermana del acusado hizo uso de sus llaves para intentar abrir la puerta de la entrada principal pero el acusado había echado la cadena interior de seguridad.
Mientras mantenía entreabierta, también con la cadena de seguridad echada, otra puerta secundaria que daba a la cocina del piso, el acusado se dispuso a enseñar su DNI a los agentes, diciendo que él vivía ahí y comenzando a grabarlos con su teléfono móvil.
Puesto que tanto la madre, como la hija y la cuidadora, además del portero de la finca, habían garantizado que el hombre no residía allí y les habían autorizado las propietarias, los agentes rompieron la cadena de la puerta principal con un cortafríos y consiguieron franquear la entrada.
Una vez en el interior, los agentes procedieron a la detención del acusado, que se revolvió violentamente contra ellos, llegando a agredir a uno de ellos que no resultó lesionado por ir provisto de chaleco antibalas-antitrauma.