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‘Búho’, un espectáculo teatral sobre la memoria y su pérdida aterriza en el Moderno

La compañía barcelonesa Titzina Teatro presenta este viernes una obra que recorre los caminos del olvido individual y colectivo

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  • Cartel anunciador de la obra -

“La memoria es un género de ficción”, dijo José Manuel Caballero Bonald cuando publicó ‘Tiempo de guerras perdidas’. La pérdida de la memoria, también lo es. Y la fragilidad del recuerdo puede convertirse en un desvarío o en una íntima forma de creatividad. De ahí parte la compañía Titzina Teatro para poner en escena ‘Búho’, obra que representará el próximo viernes, 7 de marzo, a las 20.00 horas en el Teatro Moderno de Chiclana de la mano de la delegación municipal de Cultura. Las localidades ya pueden adquirirse, a precios populares, a través de www.tickentradas.com y en la taquilla del teatro.

Este proyecto teatral parte de una dramaturgia basada en un proceso de documentación extenso. Los creadores Diego Lorca y Pako Merino apuestan por un afinado trabajo de texto, teatro físico y visual. Los personajes de esta obra están marcados argumentalmente por las consecuencias de la pérdida de la memoria. Transitan por espacios poéticos impactantes, exploran conflictos humanos universales, y son capaces de elevarse a una dimensión cómica y trágica. Es una obra llena de ambientes visualmente oníricos y un lenguaje rítmicamente trepidante que combinan diversas artes escénicas construyendo un relato impecable dirigido a todo tipo de público.

Su argumento parte de su personaje central, Pablo, un antropólogo forense especializado en yacimientos paleolíticos sufre un accidente que le provoca una amnesia severa. Asistimos a una búsqueda interior por su memoria para intentar recuperar sus recuerdos, en definitiva, su identidad.

“Que levante la mano quien no tenga cerca a alguien que de manera súbita o paulatina no haya perdido la memoria de forma cruel e irreversible: angustiosamente dolorosa, en cualquier caso, sea al ritmo que sea. Los estudios sobre neurología hablan de una epidemia en las últimas décadas de padecimientos ligados a ese viaje sin retorno que supone un precipicio hacia la nada no solo para quienes lo sufren en carne propia, sino también, y en forma de vicaria impotencia, para los allegados que se hunden ante la evidencia de que quien una vez pudo avanzar, luchar y cuidar de sí mismo es ahora un cuerpo exánime, con los recuerdos anegados por el olvido, vulnerable y dependiente, y, a partir de esa hecatombe, desprovisto de la identidad que vertebró su existencia y que no es, ni más ni menos, que la suma de las vivencias de todo un camino puestas unas detrás de otras: somos porque fuimos y, sin conciencia de nuestro pasado, no es posible el sostenimiento del presente ni la edificación de ningún futuro. Convertir ese angustioso bucle en arte, sublimar ese pozo negro hasta elevarlo a la categoría de producto estético compartible sin caer en lo lacrimógeno, lo melodramático o en la más censurable falacia patética es mérito de muy pocos y lo consiguen de lleno Titzina Teatro”, aseguró a este propósito el escritor Ángel Mendoza.

Es un ejercicio de “antropología personal”, especialmente recomendable en tiempos de Alzheimer personal o colectivo. La dirección técnica corre a cargo de Albert Anglada y el vestuario lo ha diseñado Ona Grau. La escenografía es obra de Albert Ventura y La Forja del Vallés a partir del diseño de Rocío Peña, con la iluminación de Jordi Thomás y proyecciones de Joan Rodón. El espacio sonoro ha sido ideado por Jonatan Bernabeu y Tomomi Kubo.

 

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