Izquierda Unida Chiclana da comienzo al nuevo año tal y como cerró el anterior, proponiendo actividades en su sede de la Alameda del Río. Así, este próximo jueves, 9 de enero, a partir de las 19.00 horas tendrá lugar la presentación del libro ‘Pedagogía del decrecimiento’, cita en la que estará presente para conversar y debatir con las personas asistentes su autor, el ensayista y Doctor en Ciencias de la Educación, Enrique Javier Díez Gutiérrez.
El que fuera Coordinador del Área Federal de Educación de Izquierda Unida entre 2012 y 2021, publicó hace un par de años ‘Pedagogía antifascista’, en el que se asientan los fundamentos teóricos de un modelo pedagógico alternativo, contracultural y reivindicativo para alcanzar una verdadera justicia social a través de la educación. Y en esa misma línea se plantea ‘Pedagogía del Decrecimiento. Educar para superar el capitalismo y aprender a vivir de forma justa con lo necesario’.
No es posible el crecimiento continuo en un planeta limitado. La economía del ‘crecimiento’ del actual sistema capitalista, lejos de producir bienestar y satisfacción de las necesidades para toda la humanidad, ha conseguido asentar la denominada sociedad del 20/80: unos pocos son muchísimo más ricos, mientras que la mayoría se precipita al abismo de la pobreza, la explotación y la miseria. Al mismo tiempo, el planeta es esquilmado, saqueado en sus recursos limitados y empujado hacia una catástrofe ecológica que pone en serio peligro la vida sobre la Tierra y la supervivencia de las futuras generaciones.
Sabemos que únicamente la ruptura con el sistema capitalista, con su consumismo, su productivismo y su despilfarro, puede evitar el desastre. Así, el decrecimiento es la opción deliberada por un nuevo estilo de vida, individual y colectivo, que ponga en el centro los valores humanistas: la justicia social, las relaciones cercanas, la cooperación, la redistribución económica, la participación democrática, la solidaridad, la educación crítica o el cultivo de las artes.
Por eso, el decrecimiento implica construir nuevas formas de socialización educativa que antepongan el mantenimiento de la vida y el bien común a la obtención de beneficios económicos de unos pocos. Esto es lo que debe permanecer en el corazón de los centros educativos: la configuración de un nuevo imaginario colectivo en las futuras generaciones que permita que aprendan a cambiar el mundo y hacerlo más justo, sostenible y habitable.