Dos visitas a cada provincia, salvo una en Almería, y siete actos en Sevilla. El periplo de Griñán ha estado trufado y condicionado por la ineludible agenda institucional como presidente de la Junta que le ha obligado a desviar la ruta, primero para recibir al recién ascendido Betis y después para visitar los pueblos cordobeses afectados por la inundaciones.
Además dos altos en el camino: la suspensión de la campaña por los terremotos de Lorca (Murcia) y el domingo, día 15, descansó. Una parada técnica para diseñar el tramo final de la campaña.
El líder andaluz ha sido también “estrella política invitada” por el barón socialista extremeño Guillermo Fernández Vara a un mitin en Azuaga (Badajoz). Vara expone sosegado que los ríos son “para unir territorios, no para separarlos”.
Griñán, aún más sosegado, recoge el guante: “El Guadalquivir es nuestro río, ese es el sentimiento que tenemos los andaluces”.
Como en todas las campañas, el argumentario se impone e ideas fuerza como “dar la vuelta a las encuestas” y “hay que movilizarse” para ganar han estado en todos los discursos, como han estado presentes los presumibles candidatos a las primarias del PSOE federal.
Cuando parecía que Griñán había hecho en Sevilla un guiño político definitivo a Carme Chacón, de la que dijo que oyéndola la renovación estaba asegurada, en Málaga con Alfredo Pérez Rubalcaba apostilla: “En él se puede confiar”.
Pero los días de campaña dejan otras frases y situaciones inesperadas.
En Punta Umbría (Huelva), el presidente confiesa en un acto público: “Venir a Huelva es particularmente emotivo. Hace 42 años le propuse a mi mujer en Huelva que se casara conmigo”.
Griñán se ha acercado también a los niños de manera improvisada, como hizo en Cádiz, cuando se encontró con un grupo de colegiales de excursión con su madres.
