No es astrología de baratillo sino efecto real de la Luna y el Sol sobre nuestro planeta
No es astrología de baratillo sino efecto real de la Luna y el Sol sobre nuestro planeta: las mareas vivas son un fenómeno natural que han dejado en las últimas horas imágenes espectaculares en puntos de la costa gallega y cantábrica y prometen repetirse a lo largo de este jueves.
El fondo marino de la bahía de La Concha descubierto en San Sebastián, vecinos sorprendidos con el agua por los tobillos en una terraza de Zarautz o el muelle deportivo de Zumaya inundado en Guipúzcoa, olas barriendo el paseo marítimo de La Coruña y calles convertidas en ríos en la localidad asturiana de Vegadeo son algunas de las estampas de un episodio que, en el caso de La Marina lucense, ha registrado diferencias de altura en el nivel del mar desde cero hasta 4,6 metros.
Las mareas son un suceso corriente: el nivel del mar desciende (bajamar) o asciende (pleamar) en las costas en función de las fuerzas de atracción gravitatoria sobre la Tierra y es un hecho contrastado y aprovechado desde la antigüedad, cuando marinos de distintas partes del mundo comenzaron a emplearlo para hacer más eficiente su navegación en un tiempo en el que mares y océanos eran el equivalente a las autopistas de la actualidad.
Las mareas vivas tampoco tienen nada de especial, ya que se repiten cada año aunque estos días sean especialmente fuertes, según reconocía recientemente a EFE Carlos Otero de Meteogalicia, por el alineamiento de la fuerza gravitatoria del Sol y la Luna con el ecuador terrestre, por lo que "el efecto de la parte astronómica se suma para dar este máximo de marea viva" esta semana.
Un estudio publicado por la Universidad del País Vasco (UPV) explica matemáticamente el origen de la fuerza de marea y lo justifica en el hecho de que la Tierra "es un cuerpo extenso y el campo gravitatorio producido por la Luna o el Sol no es homogéneo", lo que conduce a estas subidas y bajadas máximas del agua en ciclos aproximados de unas seis horas.
El Sol está más alejado de la Tierra pero posee una masa considerablemente mayor y por ello también es más grande su fuerza de atracción, si bien "cuando los dos cuerpos celestes están en conjunción alineados con nuestro planeta se produce la máxima elevación".
En este caso, el miércoles lucía la superluna de septiembre o luna de la cosecha, una luna llena que se ve más grande y brillante de lo habitual, y el domingo llegará el equinoccio que dará paso al otoño en una jornada en la que día y noche tendrán una duración aproximadamente igual.
La combinación de estos sucesos en un planeta cubierto de agua en sus tres cuartas partes explica las mareas vivas, aunque éstas no aparecen por igual en el planeta ya que, como señala el estudio de la UPV, la distribución de masas de agua no es uniforme, ni en profundidad ni en extensión.
Así, la diferencia de nivel "en el mar Mediterráneo es muy pequeña y en ciertas bahías como la de Fundy (Canadá) es muy grande", de hasta 20 metros entre flujo y reflujo.
A ello hay que sumar la inestabilidad meteorológica de estos días, provocada según portavoces de la Agencia Estatal de Metorología también por la conjunción de diversos factores.
A la presencia de la vaguada con trayectoria retrógrada que penetró por el noreste peninsular, se suma el anticiclón sobre Europa que induce un flujo húmedo del este y la formación de bajas presiones por el oeste, lo que ha llevado vientos húmedos del sur y del oeste sobre la vertiente atlántica.
El resultado son chubascos localmente fuertes y muy fuertes acompañados de tormentas que este jueves pueden incluso descargar con granizo en buena parte de la península y que mañana viernes y el sábado serán más persistentes e intensos en el norte.
El domingo es probable que se mantengan los chubascos, aunque perdiendo intensidad, y se iniciará el camino hacia una progresiva estabilización atmosférica.