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Un músico muy desconocido

Desgraciadamente los valores de nuestros paisanos no se conocen. Alucinamos con lo que nos viene de fuera, y si es del extranjero mejor...

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Desgraciadamente los valores de nuestros paisanos no se conocen. Alucinamos con lo que nos viene de fuera, y si es del extranjero mejor, y nada sabemos por ignorancia o por falta total de curiosidad, que la curiosidad como se nos enseñaba de pequeños en los colegios mayormente de religiosos, no es un pecado, al contrario, es una bendición de quien sea pues gracias a personas curiosas y estudiosas, el mundo tiene hoy de bueno lo que tiene.

En Jerez de la Frontera, ahí al lado nuestro y sin ira, nació el músico Germán Álvarez Beigbeder. Su memoria está hoy algo olvidada, pero su hijo Servando lleva nada menos que la friolera de siete años recopilando las 107 composiciones de su padre, del que ya ha escrito un libro biográfico que estamos deseando conocer pues poco o muy poco conocemos del talento del jerezano que tantos días de gloria dio a la música española.
Sé, y creo que no estoy equivocado, que una obra suya de gran belleza es La sinfonía de los campos jerezanos, y sería, para los que somos aficionados a la música, su reposición de gran valía para los que por edad o por lo que sea –¡ah, algunas veces esos olvidos no tan involuntarios hacia figuras de nuestra tierra!– no le hemos podido escuchar y admirar.

El pasado sábado día 1 de noviembre, festividad de Todos los Santos, en Jerez de la Frontera y con motivo de la coronación de la Virgen del Valle, se ha conocido una misa compuesta por el músico en 1906 y rescatada del olvido por su hijo Servando.

Parece ser que esa misa se estrenó en el año 1910 en la iglesia del Carmen de Jerez, con motivo de la festividad litúrgica de la Virgen.

Y en la festividad de Todos los Santos, ha sido el músico Ángel Hortas el que la interpretó dirigiendo a la Coral de la Catedral jerezana del Salvador, en una ceremonia religiosa con motivo de esa coronación de la Virgen del Valle, de la hermandad de San Telmo. Y la partitura, afortunadamente bien guardada, estaba en los archivos del templo carmelitano de Jerez. Pero, como dice su hijo: “Este año es importante para la figura de nuestro padre porque además de la misa de hoy, este mismo mes empieza el Festival Internacional de Música de Cádiz, en el que se repone el Stabat Mater que está considerado como la obra cumbre de mi padre”, que confiesa haber “descubierto muchas cosas de mi padre en este trabajo de recopilación como pequeñas piezas, como canciones antiguas al estilo de Falla y Turina”.

Puntualiza el hijo del compositor que su padre compuso para la Semana Santa unas 16 marchas casi todas dedicadas a cofradías jerezanas y que él consideraba como “pequeñas sinfonías”.
Sería conveniente que ese libro sobre su vida y su obra se conociera pronto para poder admirar lo que un músico de la tierra hizo, e igualmente su obra, sus composiciones, sus cancioncillas, etc.

La producción musical de este, durante muchos años, ignorado compositor de Jerez de la Frontera la deseamos conocer y creo que podrá ser gracias a los desvelos de su hijo Servando. Es curioso el gaditanismo del músico que al llevar el nombre de uno de los patronos de la ciudad de Cádiz, le pone a uno de sus hijos el del otro patrón.

Otro hijo de don Germán es Manuel Alejandro, el compositor de tantas canciones de Raphael en los mejores años del cantante de Linares y que siguen ahí como dignísimas representantes de una época dorada de la música ligera española.

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