Hoy comienzo otra nueva vuelta al sol con la esperanza de mantener la ilusión y las ganas por seguir aprendiendo. Decía Henry Ford que cualquiera que para de aprender se hace viejo, tanto si tiene 20 como 80 años, y que la grandeza de la vida es que quien sigue aprendiendo permanece joven. En SECOT he comprobado que es cierto.
Trabajar dando clase en la universidad es como estar atrapado en el tiempo, como en la película donde Bill Murray vivía un constante día de la marmota. Cada año el tiempo pasa por los profesores, pero los estudiantes siguen teniendo la misma edad. Aunque muchos pensarán que nuestro trabajo consiste simplemente en transmitir conocimientos, con el tiempo he ido aprendiendo lo poco que sabía cuando empecé, todo lo que me falta por aprender, y la oportunidad de aprendizaje que supone cada día ponerse delante de un grupo de personas e intentar aportarles algo que les haga mejores profesionales y personas. He podido comprobar que es verdad que cuando uno enseña, dos aprenden, que el error forma parte del aprendizaje, que hay que enseñar a dudar de todo, y que la repetición es esencial para darse cuenta de aspectos que han pasado desapercibidos en anteriores aproximaciones. Siempre se aprende algo si se mira con ojos nuevos.
Pertenezco a una generación en la que poder estudiar en la universidad era una oportunidad que se ofrecía por vez primera a nuestras familias. A principios de los 90 del siglo pasado la calidad de las universidades era un intangible que se presuponía que todas tenían, sin atender a rankings que ahora priman una investigación que debe competir a nivel mundial con recursos locales, que puede no tener un impacto real sobre la docencia, y que motiva a los profesores más a publicar que a enseñar, porque lo primero nos hace progresar académicamente y lo segundo no. Era una universidad donde profesores exigentes, con medios muy limitados, nos hacían crecer más allá de nosotros mismos. Hoy disponemos de más recursos, pero creo que también hemos perdido cosas.
Decía Niels Bohr, el físico danés que contribuyó en la comprensión del átomo y la mecánica cuántica, que un experto es una persona que ha cometido todos los errores que pueden cometerse en un campo muy reducido. Hoy se acumulan títulos (grados, masters, doctorados) y, frente a los expertos exitosos que creen tener todas las respuestas, ser aprendiz permite seguir creciendo. Afortunadamente, todavía tengo mucho que aprender.