Con el gobierno de la nación formado y el año a punto de dar su último suspiro, las dos grandes formaciones políticas, PSOE y PP, ajustan sus cuerpos dentro de sus respectivas pieles para afrontar un 2024 marcado por las elecciones europeas, que solo sirven para que uno de los dos presuma de haber ganado, y, sobre todo, las que se celebrarán en el País Vasco antes de verano; en 2025 las catalanas, donde el PSC echará el resto para ganarlas e intentar así justificar la insidiosa amnistía con que Sánchez ha pagado mantener el gobierno de España. Mientras, toca ajustar el plano orgánico interno y ambos toman decisiones que en ningún caso son fruto de la casualidad, nunca lo son, están medidas bajo la óptica de atacar o resistir, todo ello en uno de los climas políticos más bélicos que se recuerdan porque la sombra de lo que sucede en el Congreso es tan alargada que se proyecta sobre Parlamento y cabildos locales a modo de trifulcas por casi cualquier cosa. Y lo peor es que la perspectiva es a empeorar.
El PSOE-A digiere el hecho de que el presidente Sánchez haya nombrado portavoz de su grupo en el Senado a Juan Espadas, con lo cual el ex alcalde sevillano accede a un cargo difícilmente compatible con su laboriosa candidatura en Andalucía, pese a que diga lo contrario, poniéndole rostro además a ser portavoz en la oposición en dos instituciones como Parlamento y Senado gobernadas por el PP –y ser la voz de la oposición no parece que sume mucho-. Durante estos días se ha repetido la posibilidad, quien sabe si generada por el propio Espadas, de que entraba en las quinielas para tener una cartera ministerial y coger así un empaque que le falta, pero la realidad le ha alejado de tan distinguido rango y, en consecuencia, hay pocos compañeros socialistas que no entiendan que eso es situarle sobre un puente de plata hacia otros menesteres, quien sabe si al final del mismo esté una Europa cómoda y bien remunerada.
A Pedro Sánchez le encantan los quiebros, tomar justo la decisión que nadie espera, sorprender, que todos clamen un oh Pedro como cuando convocó elecciones y, justo es reconocerlo, le quebró el cinto a todos los que pensaban que el gobierno de España estaba hecho para el PP. El problema del PSOE actual es que ha caído en la dinámica dinástica de los emperadores romanos que designaban a dedo a su sucesor y, aunque esto siempre ha sido más o menos así, se trabajaba el disimulo haciendo partícipes a las bases para que los liderazgos nacieran de ellas; hoy no, se ha perdido el decoro y un líder elegido a dedo nunca tendrá la consistencia que aquellos otros que pasaron por los procesos internos marcados por los estatutos, aunque todos supieran que era mentira cochina. Mantener las formas parece importante en un partido que se sostiene sobre la idea de sus asambleas y de su poder territorial.
Si Sánchez, como parece, convoca comité federal y congreso para los primeros meses del año, es probable que el regional en Andalucía se produzca antes del verano y, con la bocina a punto de sonar, las provincias se desperezan tras estos meses atentas a lo que sucedía en Madrid para tomar posiciones, saben que la decisión solo es de su oh Pedro, pero no por ello cejarán para posicionarse en torno al poder saliente. Es verdad, lo dicen ellos mismos, que los secretarios generales de cada provincia están cómodos con Espadas, la fragilidad de su liderazgo interna les aprieta poco, están sueltos, nada que ver como cuando Susana Díaz aparecía por sus territorios y hasta el último se ponía firme para, como a la ex presidenta gustaba decir, ser cubierto por su manto. Espadas no tiene manto.
El proceso de sucesión parece abierto, aunque se camufle con unos meses para medir la decisión final. La posibilidad de María Jesús Montero, siempre recurrente y la primera en las quinielas, no es viable por todas las razones juntas, no quiere, tiene demasiadas piedras en su mochila y con su elección no sonaría un oh Pedro, más factible podría ser Javier Rodríguez, secretario general y presidente de la Diputación de Sevilla, aunque su elección sería precipitada porque acaba de acceder a la institución provincial y quizás no reúna los requisitos que requiere el momento, ante lo cual no es descartable un quiebro sanchista tipo Lina Gálvez, sevillana, eurodiputada especialista en economía feminista y que fuera consejera con Susana Díaz de Investigación, Conocimiento y Universidad, perfil que se adapta más para enfrentarlo a Juanma Moreno, al que la lógica dice que habría que ponerle una mujer con formación y verbo, moderada y con cierto colmillo porque en lo demás el actual presidente no tiene rival. Las grietas de Juanma son la necesidad de lograr otra mayoría absoluta al no tener la muleta de Ciudadanos -o abrazarse a Vox y eso tiene difícil trago- y, por añadidura, los aires difíciles que comienzan a levantarse en su propio partido y que, parecen, no favorecen a Andalucía. No hay que olvidar que pasadas las navidades las autonómicas estarán a la vuelta de poco más de dos años, el tiempo vuela y el éxito y la felicidad electoral dura lo que dura.
El PP de Feijóo se ha reorganizado en la trinchera de la oposición y el gallego ha nombrado a su escudero Miguel Tellado nuevo portavoz parlamentario en detrimento de Elías Bendodo, que definitivamente ha confirmado la sospecha que tenía de haberse equivocado dejando Andalucía para adentrarse en la aventura nacional, donde no ha encontrado, y menos lo tiene ahora, un espacio propio a semejanza del que abandonó. El mensaje inevitable para Bendodo es que ya no forma parte de la primera línea, pero también lo es para con un Juanma Moreno que ve como su hombre de confianza es apartado y aunque el relato interno se traslade a modo de nuevos e importantes retos, el mensaje es el que es y en política es más importante lo que parezca que lo que sea. Paralelamente, Ayuso no deja pasar una oportunidad para colarse en el debate nacional, vía AVE o lo que se cueza, es evidente que la madrileña encabezará la línea de sucesión si el PP abre ese melón. Por eso el gallego rearma la resistencia rodeándose de un grupo de confianza que, esta vez, ni es impuesto ni admite cuotas.
Y así llegan Sánchez y Feijóo a este final de año, moviendo piezas cual una captura al paso de ajedrez a riesgo de que sus peones sean capturados pero en su idea de organizar la estrategia para afrontar lo que les viene y, digan lo que digan, no hay que prestar mucha atención a sus relatos. Ya lo decía Einstein, nada sospechoso de ser idiota: “Si quieres entender a una persona, no escuches sus palabras, observa su comportamiento”. Pues eso.