Acompañada por la delegada de Cultura, Mercedes Valenzuela, la novelista comunicó que le resulta “más difícil de contar que de escribir, pues no tiene un argumento para contarlo”. Lo que me queda por vivir es una obra llena de “emoción contenida y que no se desborda”, que emociona al lector “no por lo contado, sino por lo oculto”, mostrando satisfacción por la respuesta de sus lectores.
Elvira Lindo acerca al lector la vida de Antonia, una joven de 26 años que se encuentra sola con su hijo, de cuatro años en la capital de España, cuando Madrid caminaba hacia el cambio en los años ochenta.
La novelista ofrece un viaje interior, llevando a quien lee sus páginas la historia de una mujer que se enfrenta a la juventud y a la maternidad mientras intenta hacerse un lugar en la vida, en una ciudad y en una época de tiempo acelerado.
La autora consigue desnudar su alma al retratar a una mujer joven que ha perdido el rumbo y a la que, tal y como le sucede a ella, le gusta “arriesgar” en la vida.