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El cementerio de los ingleses

La ciudad invisible

Lo cierto es que ha sabido resistir el embate de la derecha junto con un aliado natural (Sumar) recién construido y que ha llegado tarde a la campaña

Publicado: 24/07/2023 ·
17:30
· Actualizado: 24/07/2023 · 17:30
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Autor

John Sullivan

John Sullivan es escritor, nacido en San Fernando. Debuta en 2021 con su primer libro, ‘Nombres de Mujer’

El cementerio de los ingleses

El autor mira a la realidad de frente para comprenderla y proponer un debate moderado

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Tras la noche electoral, no he podido evitar acordarme de la comparsa de Martínez Ares, a la sazón ganadora del COAC este año en su modalidad, por las alusiones a la resistencia de su popurrí y por ser esa continuación de Los Sumisos, escapando en su historia de la prevención y emprendiendo una fuga hacia algún lugar de Cádiz a través de catacumbas y pasadizos subterráneos. Y es que, si bien Pedro Sánchez no ha llegado a usar la antena gorda y la papa vieja que usaban esos fugitivos del autor gaditano, lo cierto es que ha sabido resistir el embate de la derecha junto con un aliado natural (Sumar) recién construido y que ha llegado tarde a la campaña.

"Sigo las leyes de la vieja guardia, si no hay candela, pues a inventarla". Hay que reconocer que Sánchez ha sabido sacar fuego donde no había ni leña y la yesca parecía mojada. En este caso, después de la pavorosa derrota del 28 M, habría sido tentación natural alargar todo lo posible la fecha de las elecciones para tratar de recomponerse y recuperar terreno. Sin embargo, el adelanto electoral ha sido una jugada maestra. Como dije en otra columna, ha anulado el efecto de los gobiernos constituidos por el PP y su filial extremo en ayuntamientos y autonomías. Apenas les ha dado tiempo de ejercer la censura contra obras de teatro y poco más. Además, ha dado un exiguo margen de tiempo a Sumar para constituirse y entrar en campaña, con lo cual han podido conseguir respaldo social pero no el suficiente para disputar al PSOE el liderazgo de una futurible coalición. La política es ese ajedrez donde se juega con las cosas del comer y se apuestan las libertades: y Sánchez ha sabido pactar tablas consigo mismo, moviendo el tablero para que nadie más pudiera jugar en su contra.

"Sigo las leyes de la resistencia... Interferencias". A veces los palos en la rueda han llegado tanto de propios como de extraños. Sumar casi no ha tenido tiempo para nacer y ya estaba en campaña, principalmente por la premura de la convocatoria electoral y por la negociación con Unidas Podemos, con el escollo principal del veto absurdo a Irene Montero. El PSOE se ha visto torpedeado por la propia torpeza, tomando a la ligera el cara a cara con Feijóo y por la imagen de saturación dada ante el torrente de datos inexactos (mentiras, básicamente) esgrimido por el gallego. Este, a su vez, se ha encontrado con las primeras medidas de los gobiernos salidos de mayo, impopulares algunas y muestra de debilidad otras, como claudicar ante la negación de la violencia machista o la eliminación de banderas LGTBI por parte de VOX. Y los ultras, curiosamente, se han hecho la interferencia a sí mismos: las medidas tomadas, las subidas de sueldo a sí mismos y la imagen estulta de Abascal en el último debate han sido un tiro en el pie al más puro estilo Froilán de Marichalar y Borbón.

"Al bichito de la noche, tú que entras, tú que sales, lleva el beso de este preso hasta casa de mi madre". Como digo, la derrota de mayo parecía sentenciar al bloque progresista frente al bando ultra. Sin embargo, Sánchez no es tonto y sabe que, ante unos resultados como los que se han dado, el acuerdo entre el bloque de investidura puede ser más sencillo de alcanzar por la urgencia de evitar el riesgo de un gobierno con ministros de VOX. En eso se basa ese bichito de la noche, la esperanza de volver a unir el bloque de izquierdas. Bildu ya ha dicho que por ellos no va a ser, Sumar ya se puede contar dentro del bloque y estoy convencido de que Esquerra y PNV también se sumarán como en la legislatura pasada. Los nacionalistas vascos suelen apoyar a quien mejores condiciones ofrezca de cara a su tierra, pero por el lado de la derecha es complicado: los de Aitor Esteban podrían apoyar un gobierno sin VOX y los de Abascal no van a aceptar ceder sus votos sin que haya ministros de su partido. Un veto cruzado que hace imposible cualquier intento de Feijóo y Abascal por estar en el Consejo de Ministros.

"Pajarito, pajarito, que si muero en esta galería ¿para qué habrá servido a este payaso tanta y tanta rebeldía?". Ahora hay que evitar la repetición electoral. Nadie en sus cabales estaría dispuesto a asumir el coste político de unas segundas elecciones, que suelen penalizar a quien cargue con la culpa de provocarlas. Ya ocurrió con Unidas Podemos en 2016 tras el bulo del Pablo dijo no y los actuales líderes lo saben. De hecho, Sánchez sabe que ninguno de sus aliados puede permitirse excesos a la hora de negociar. Sin embargo, también sabe que tiene enfrente a una serie de partidos que se saben decisivos y reclamarán su presencia o políticas concretas para dar su apoyo. En definitiva, todos saben que hay que buscar la cuadratura del círculo, ese equilibrio que evite haber resistido para morir en la orilla. Al bloque de derechas todo esto le da igual porque no suma. Habrá que esperar a ver qué ocurre en estas semanas y si encontramos, como la comparsa, la salida de esta ciudad invisible. No sea que al final se dé ese milagro, repetición electoral o sorpresa de última hora que nos convierta de nuevo en Los Sumisos.

 

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