Puerto I y III son las que más sufren la falta de funcionarios para los internos existentes. Algunos actos violentos pueden entrar en la normalidad, pero no agredir a mordiscos
El presidente del sector autonómico de prisiones, José Juan Gámez, reconoce que las medidas de seguridad que actualmente operan en las prisiones portuenses, una situación que se puede generalizar al resto de centro penitenciarios existentes, “son susceptibles de ser mejoradas”, puesto que, a pesar de que la agresión de un interno a un funcionario de prisiones (como ocurrió hace escasas semanas en Puerto III) pueda constituir una acción común en una persona privada de libertad, “lo que se sale de la lógica es que se le dé un mordisco a un funcionario”, comenta.
Aún así, indica que “no todos los días se dan casos de este tipo, a pesar de que se pueden dar en el tiempo porque hay gente que se muestra violenta”.
La reducción de personal que sufren las prisiones conlleva además que dicha seguridad no sea tan efectiva, pues el trabajo de dos funcionarios de prisiones no lo puede hacer uno, como bien indica Gámez. Puerto III (donde la plantilla de médicos tampoco se ajusta a la realidad del número de internos), apunta, es una de las más perjudicadas por dicha medida tomada desde Instituciones Penitenciarias, debido en principio al recorte presupuestario que se ha sufrido, aunque Puerto I, que recoge presos calificados como más peligrosos, también tiene carencias al respecto. “Son los de arriba los que se tienen que dar cuenta de que así hay más probabilidades de que existan incidentes. Y no se puede desvestir un santo para vestir a otro”, cuando son gastos, los de personal, necesarios.
Evidentemente, considera que la labor que realiza un funcionario de prisiones no puede ser suplida nunca con una cámara de vigilancia, pues la labor que puede realizar éste, bien en el patio o en su recorrido por las celdas, es mucho más inmediata que la que puede realizar una cámara, que da el aviso a un funcionario, pero el tiempo de reacción es mucho mayor, por lo tanto la efectividad disminuye. Gámez compara la situación a la de un profesor, cuantos más alumnos tiene más complicada es su respuesta ante situaciones de dificultad.
José Juan Gámez además entiende la preocupación de los portuenses con respecto a la seguridad de la ciudad, y considera que la misma situación que plantea dentro de las prisiones se puede extrapolar a la realidad existente en la localidad, ya que, si la presencia del funcionario de prisiones calma los ánimos y los posibles revuelos existentes, siendo muy importante además que conozca al interno y su cercanía con él, igualmente necesario es que el agente de seguridad haga rondas por toda la ciudad y conozca al ciudadano, sus miedos e inseguridades. Pero deja claro que nada tiene que ver que haya tres prisiones para que disminuya la calidad de la seguridad.