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Almería

El obispo saliente de Almería destaca su "sufrimiento" por "rivalidades y envidias"

Mantiene que en este tiempo decidió "conscientemente" continuar la labor de su predecesor y "consolidar los logros de su pontificado"

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  • Antonio Gómez Cantero. -

 El obispo de Almería, Adolfo González Montes, cuyas competencias han sido transferidas en exclusiva al obispo coadjutor de la Diócesis, Antonio Gómez Cantero, por orden del papa Francisco, ha destacado el "sufrimiento" que ha padecido a causa de "rivalidades y envidias".

"Las rivalidades y las envidias han sido causa de muchos sufrimientos para mí como para tantos hermanos, y ante esto sólo me queda decir con el Apóstol que 'me alegro de sufrir por vosotros: así completo en mi carne los dolores de Cristo, sufriendo por su cuerpo que es la Iglesia, de la cual Dios me ha nombrado ministro'", ha dicho en una homilía González Montes.



El texto de dicha homilía, publicado en la página web de la Diócesis de Almería, incide en que "un cuando no fuera justo el sufrimiento" que se le ha "infligido", tiene la "firme convicción de que no hubiera sido posible sin la complicidad de quienes lo han provocado, sé que obedeciendo sigo el camino de Cristo"

Recuerda cómo hace 24 años se produjo su consagración episcopal en la Catedral del Salvador de Ávila, siendo trasladado cinco años después a Almería. "Han sido años ilusionados de generosa dedicación al ministerio pastoral sin reservas, años fructíferos que han hecho posible un cambio muy profundo de las condiciones de una Iglesia diocesana que, a mi llegada, requería estructuración y consolidación espiritual y material", asevera.

Mantiene que en este tiempo decidió "conscientemente" continuar la labor de su predecesor y "consolidar los logros de su pontificado".

"Sólo él -Jesús- nos libra de culpabilizar nuestra conciencia cuando el seguimiento es pasión de amor sin otro interés que el de Jesús, venciendo la concupiscencia que mueve la envidia ante los logros de los demás hermanos, a los que necesitamos desacreditar y descalificar para eliminarlos como obstáculo que impide nuestro protagonismo en exclusiva", añade.

De esta forma, concluye afirmando que "en el discipulado de Jesús no cabe una rivalidad movida por el deseo de poder y el manejo que manipula y subyuga sometiendo incluso por acoso y derribo, para que cuanto peor le vaya a mi hermano mejor me va a ir a mí. Esta tentación la tenemos desde el principio en movimiento, pero sólo tiene la respuesta de Pablo: 'Yo planté, Apolo regó, pero fue Dios quien hizo crecer'".

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