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Oro para Diego Vargas en la Peña Tío José de Paula

El artista de Santiago recibió el pasado 24 de septiembre, día de la Merced, la Insignia de Oro de la entidad de la que forma parte hace décadas

Publicado: 26/09/2023 ·
15:35
· Actualizado: 26/09/2023 · 16:05
  • Diego Vargas, junto a Enrique Soto, Joaquín y Enrique El Zambo -
Autor

Juan Garrido

Periodista jerezano, director y presentador de 'Alianda', el espacio flamenco de Publicaciones del Sur

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El flamenco es objeto de estudio, opinión e información en este apartado que nace en Jerez pero que abarca toda la actualidad andaluza

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"Soy un obrero del arte". Así se define Diego Vargas, un gitano del barrio de Santiago que ha vivido por y para el flamenco, además de, por supuesto, para su familia. Es un ser afable, cercano y sin dobleces. Suele sentarse cada día en el Bar La Canilla de la Calle Larga, reunión de la que me honro de participar y donde me han dado los mejores consejos de mi vida. Desde esa humilde atalaya, Diego ve pasear cada mañana a los jerezanos y visitantes, muchos de ellos conocidos, y se paran con él para saludarlo o para preguntarle alguna duda sobre el Jerez flamenco, sus artistas o la copla. Este 2023 está siendo especial para él porque se cumple el centenario de Lola Flores, la que fue su amiga, jefa durante años y, sobre todo, gran confidente. Han sido muchas las televisiones, medios de comunicación de soportes digitales o escritos, los que han venido a verlo para hacerle unas preguntas. Lástima que las entrevistas más largas se la suelan hacer a los que menos saben de Lola y a él le dediquen pocos minutos. Por eso ha preferido dar un paso atrás y que cada uno diga lo que quiera. 

Pues el sábado 24, coincidiendo con el Día de la Merced, Patrona de Jerez, la Peña Flamenca Tío José de Paula le otorgó la Insignia de Oro ante su sorpresa. Lo mantuvieron en secreto, invitándole a la hora del almuerzo como cada año, pero le advirtieron que "va a venir la televisión para hacerte un reportaje, vente con chaqueta". A Diego tampoco es que haya que convencerlo mucho porque acostumbra a vestirse al estilo british, con su nota de color y toque de atrevimiento. Es elegante y hay que mirarlo de lejos. Recuerda a esos gitanos mayores que vestían como los dueños de las bodegas, cortijos y viñas, aunque Diego, que todo hay que decirlo, se pone mejor el pañuelo de la chaqueta que cualquiera de ellos. 

Hasta la peña se desplazaron los familiares, sus hijos y nietos, su mujer Victoria Prado, y la familia y amigos. Entre los que no se quisieron perderse la cita estuvieron Enrique Soto y Vicente Soto, Enrique El Zambo, Diego Gallardo El Pijo, Manuel Flores (antiguo presidente de la peña), El Uño, Felipa del Moreno, Ana de los Reyes, Fernando Jiménez, miembros de otras peñas como de La Bulería y Buena Gente, el doctor Benito Ortegón, la maestra Angelita Gómez, la ilustre cantaora María Vargas, la compañera Estela Zatania, el pequeño Manuel Monje, José Galvez, Merci del Chícharo... 

Joaquín El Zambo, presidente de la entidad, dijo que "esta Insignia es la más importante que he puesto junto con la de mi primo Manuel Peña (hace un años) porque a los socios que han dado su tiempo y su conocimiento por Tío José de Paula es a los que verdaderamente hay que reconocerlos". Diego se emocionó y pasó a los agradecimientos, resumiendo su vida en una pregunta retórica y con cierta ironía: "¿cómo he llegado yo hasta aquí?". Su humildad lo define como persona, como gitano y como padre de familia. 

Una vez que pasó el acto protocolario, se formó la fiesta. Antes nos comimos un guiso de papas con carnes que hizo Andrés El Mosco y seguidamente surgió la llama que debe surgir para que la velada fuera realmente inolvidable. ¡Cómo bailaron La Yoya, La Curra, La Churrita, Salvaorita de Rebeco sin levantarse de la silla...! No cabe más sabor. Cuando pasó la Virgen, a eso de las seis de la tarde, nos salimos fuera y se sentaron todas las mujeres en la acera, Diego Vargas, su hijo Juan y Victoria se colocaron frente al paso para que Martín les dedicara un abrazo. Desde el balcón sonaba la plegaria de Joaquín Fernández, hijo del Zambo, consiguiendo levantar las palmas por bulerías a todo el barrio. 

 

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