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La Navidad en los años 50

Las comparsas o rondallas constituían el elemento festivo por excelencia

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  • Las antiguas 'comparsas' navideñas fueron el germen de las actuales rondallas que existen en la ciudad. -
  • Pavos y pollos se compraban a primeros de diciembre para su engorde con bellotas
Que diferencia de la época actual cuando entra el mes de diciembre de la que vivíamos por los cincuenta en que el preludio de las Navidades se convertía en un acontecimiento difícil de olvidar.  Como ya hemos comentado hasta la saciedad en aquellos años había muchas necesidades que nuestras queridas madres paliaban a base de mucha imaginación y haciendo un uso excepcional de los productos que se tenían que no eran muchos pero que para nosotros los transformaban en todo un manjar.

El olor a naranja agria, anís, aceite, matalahúva, miel y a masa frita inundaban el ambiente y todas las casas por muy modestas que fueran disponían de un extraordinario surtido de dulces caseros que se solían intercambiar con familiares y vecinos. La verdad es que se vivía en un acogedor espíritu vecinal.

Hasta la lotería voceada por los niños de San Ildefonso sonaba de manera distinta a la que se hace ahora. El 22 de diciembre se vivía con un énfasis especial y desde primeras horas de la mañana se tenía sintonizada EAJ 55 Radio Algeciras para seguir la retransmisión del sorteo. La copa de anís, los pestiños y los polvorones no faltaban en ninguna casa y se ofrecían a los visitantes como muestra de amistad.

Los pavos que desde primeros de diciembre campeaban por las calles de Algeciras llevados por hábiles conductores provistos de un largo palo o caña era importante adquirirlos en los primeros días del mes para someterlos a la operación de engorde a base de bellotas y buenas dosis de maíz. Algunos ejemplares llegaban a duplicar su peso inicial y constituían la estrella del menú navideño junto a unos enormes pollos muy distintos de los de ahora,  que hacían las delicias de los comensales la noche de Nochebuena.

En la cena era habitual que las familias se reunieran y que a los postres se cantasen villancicos acompañándose de los objetos más diversos para llevar el ritmo como el almirez y la socorrida botella granulada de anís para la que se utilizaba como elemento percutor una cuchara.

No faltaban por supuesto las zambombas y los panderos, así como unos ingeniosos instrumentos realizados con un marco de madera con alambres sobre los que se deslizaban chapas agujereadas de botellas de gaseosa.

El festejo finalizaba bien entrada la madrugada con alguna que otra simpática cogorza.
No puedo olvidar a las comparsas que así denominábamos por entonces a las rondallas  y que eran el gran complemento de los festejos navideños en Algeciras. Memorable la encarnizada pero noble lucha que mantenían los Pastores de Angel Maza, antes de Juan Leiva y a continuación de Azopardi, con los Segadores de los hermanos Nino y Paco Obregón.

Había otras agrupaciones que igualmente hacían las delicias de pequeños y mayores como los Zagalillos de Jesuli, los Pastores del Carmen de los hermanos Alemany, los Leñadores de Dionisio y Bernardo el Litri, los Pastores del Barrio de Pescadores del Bomba y la dirigida por José Sánchez el Rana y otras muchas más.
Nada mejor para finalizar este reportaje que la letra de un precioso villancico de los Pastores de Angel Maza de Lizana, que dice así: A Belén venir pastores, que la aurora brilla ya, el amor de los amores en un portalito está. Vamos todos a porfías, mi  rondalla es la mejor, con ofrendas y alegrías, nuestra dicha y nuestro amor.

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