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“Las hermandades nos necesitan igual que nosotros a ellas”

Los artesanos de las cofradías sufren en este 2021 su cuaresma más agónica con trabajos paralizados y un futuro que no se ve del todo claro

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El florista Israel Hermosín.

David Medina, trabajando en el tallado del frontal del nuevo paso de una hermandad de Jerez.

El bordador Fernando Calderón tiene trabajo para dos o tres años con encargos previos a la crisis.

Hace tan sólo un año comenzábamos a mirar con recelo el besar a las imágenes sagradas. Hoy día, simplemente, lo vemos muy lejano. Mucho ha cambiado la vida diaria de los cofrades desde entonces y más aún la de aquellas personas que se dedican a la artesanía cofrade, desde bordadores a floristas, tallistas, cereros… entre otros muchos oficios que obtienen sus ingresos a través de los encargos de las hermandades.

Ahora, con la cuaresma ya presente, la normalidad de estos talleres se encuentra casi paraliza y sometida a la incertidumbre. Para hacernos una idea del cambio que ha habido en sólo un año, Antonio Gallardo, de la Cerería Virgen de la Merced nos ilustra con un dato: “Hace un año teníamos doce empleados y ahora tenemos dos personas”.

La insostenibilidad es generalizada y a esto se le une la desilusión dentro de las hermandades, como nos cuenta el florista Israel Hermosín, de Viveros Hermosín, quien nos cuenta que “parece que hemos perdido la ilusión y se nota que hay hermandades que se están esmerando, menos en el aspecto floral. Ahora tenemos que ajustarnos a un presupuesto. Ahora en vez de dos centros de flores, se pone uno, y no es sólo en Jerez, sino que en otros sitios también está pasando”.

La lectura que hace David Medina, artista jerezano y uno de los tallistas del momento, no es mucho más halagüeña, y afirma que “la cuaresma está siendo mucho más tranquila porque el porcentaje de producción ha bajado. Lo que estamos haciendo es estirar el chicle. Tenemos cubiertos los próximos años porque los pasos se tardan en hacer, pero el hecho de que la producción haya bajado nos genera incertidumbre”.

Además, dentro del gremio se comparte la sensación de que las hermandades han caído en una “autocomplacencia”, algo que a la larga, entienden, “puede resultar muy peligroso”. “Si una hermandad ve bien ponerle dos jarras de flores al señor en vez de seis, nos terminaremos por acostumbrar a eso, y me da miedo que las hermandades no apuesten por ese sello como venían haciendo hasta ahora”, comenta Hermosín.

Algo que refrenda Gallardo al asegurar que “este año se debería haber hecho un esfuerzo mayor para engrandecer los cultos. Lo que no podemos hacer es quedarnos en el sofá y decir este año ponemos dos velas”, mientras, sentencia, “hay hermandades que no han recogido pedidos del año pasado y luego se jactan de la caridad que hacen, pero a muchos artesanos nos dejan tirados”.

En el horizonte parece haber un atisbo de mejoría puesto que la administración de la vacuna está a pleno rendimiento y los números parecen ir a mejor, aunque ya se esté hablando de cuarta ola. Esta positividad es la que quiere trasmitir Antonio Gallardo, quien espera que esto mejore, ya que “si no mejora, los artesanos nos vamos la mayoría a pique. Las hermandades necesitan de nosotros tanto como nosotros necesitamos de las hermandades”. Además, hay por delante una Semana Santa en la que se prevén realizar cultos a las imágenes a pesar de la poca liquidez que tienen las hermandades, si bien, como afirma Israel Hermosín, “a mí no me importa que me paguen en septiembre, pero que se hagan las cosas. Yo he tenido que llamar a las hermandades para recordarle que los floristas estamos aquí y necesitamos ayudarnos entre nosotros”.

Sin embargo, hay otra cara de la moneda, la que viven talleres como el que regenta el bordador Fernando Calderón, quien se alegra de afirmar que “antes de la pandemia el taller tenía los años venideros cubiertos de trabajo y gracias a esto hemos tenido cierta estabilidad”. Una estabilidad que comparte también David Medina, quien no ha parado de recibir encargos, aunque la mayoría “han venido de hermandades de fuera de Jerez, quizás porque tienen otra forma de afrontar la falta de ingresos o se están afanando más para seguir con sus proyectos”, como él mismo asegura.

Calderón de cara al futuro tiene unas grandes perspectivas, en parte gracias a que “uno de los trabajos que han entrado es el manto de salida de Madre de Dios de la Misericordia y sólo eso son dos o tres años de trabajo, y prácticamente con eso cerramos la agenda de un taller”. Y añade que los talleres que están teniendo problemas son los que tenían “una agenda de día a día, los talleres de bordados con grandes trabajos, tiene dos y tres años cubiertos”.

Aún así, no hay que olvidar la dejadez con la que se trata a estos artesanos en muchas ocasiones. Gallardo lamenta que “a día de hoy no hemos recibido ni una propuesta de ayuda, y es que no sabemos cuanto tiempo podremos aguantar así”. Además, las ayudas que llegan como la bajada del IVA al 10% sobre la realización de los mantos de salida sólo repercuten en estos, “algo que no entiendo porque esta bajada debería ser en todas las piezas. Al igual, que yo lo extrapolaría al resto de ramas artísticas del arte sacro”, como explica Calderón.

Por último, ya hay voces pesimistas que auguran un 2022 parecido en lo cofrade a 2021. Algo sobre lo que Medina advierte que “no podríamos aguantar mucho más en esta situación, podríamos aguantar como mucho un año”; mientras que Hermosín concluye diciendo que “otro año más sin cofradías -que yo espero que no- sería catastrófico para nosotros”.

 

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