¿Quién no ha echado de menos a alguien y ha imaginado la cama revuelta al ritmo de Kiko Veneno? Músico de los de siempre, banda sonora de generaciones, su voz, entre eléctrica y susurrante ha vuelto a Cádiz para presentar su nuevo single ‘Hambre’, tras el éxito de ‘Sombrero roto’ (2019). Kiko Veneno es uno de los artistas esenciales de la música española de los últimos 40 años. Desde ‘Veneno’, pasando por ‘Échate un cantecito’, ‘Está muy bien eso del cariño’ o ‘Dice la gente’ no ha dejado de reinventarse con temas que oscilan entre el flamenco, el rock, la música electrónica y reminiscencias de Dylan y otros grandes. Kiko Veneno nos habla desde el corazón y los acordes.
La música no tiene que defender principios. La música es una forma de expresión, es entretenimiento y una forma de interpretar la realidad que nos da unos valores como son la armonía, el ritmo, la melodía. Valores que nos hacen estar bien con nosotros mismos, que nos hacen compartir, comunicarnosEn ‘Hambre’ habla de la necesidad de atajar un estado de inanición mundial
–Se me ocurrió el año pasado en una actuación llevada por Emilio Aragón para recoger fondos contra el hambre. Esto me hizo reflexionar. Para que no quede en sólo un grito en el desierto y se perpetúe. El hambre es una cosa que nos corresponde a todo el mundo y nos llega a todos.
¿Cómo vive Kiko Veneno este momneto?
–Una de las canciones que hemos llevado a Cádiz es precisamente, ‘Días raros’ que habla de la angustia y la incertidumbre que nos está provocando esta situación, de encontrarse con cosas nuevas que nunca habíamos vivido y que hay que afrontar de alguna manera. Lo más importante es a nivel global, esta situación nos ha sorprendido, estamos muy poco preparados para la vida que llevamos. Llevamos una vida muy irresponsable, no hay autoridad, ni en un alcalde, ni en ningún político, ellos son los que tienen que ayudar a la gente a pasar este tiempo y a hacer cumplir las normas. Los políticos no tienen autoridad para aconsejar a la gente con benevolencia y claridad, con sentido común, para que nadie se sienta marginado y nos sintamos protegidos por la sociedad. Nos hemos dado cuenta que esta sociedad es muy precaria, muy poco colectivizada, con grandes déficit en educación y sanidad, algo que se está viendo ahora y que estamos viviendo, alegres, en la cola del súper, en el consumo fácil y no queriendo saber. Es la confluencia de dos mundos. Uno con hambre y necesidad y otro sin hambre pero con muchas carencias intelectuales, políticas, con una gran insolidaridad e irresponsabilidad. Somos muy egoístas. Esto es lo que estamos viviendo, en un momento de incertidumbre, de no saber a dónde vamos. Pero, ¿qué podemos sacar positivo de esto? Lo único que podemos sacar de positivo es no saber dónde vamos. No tenemos esa capacidad para plantearnos cambiar de vida y estas son las únicas que nos pueden movilizar y obligar a pensar de otra manera a cómo organizarnos en este planeta. Porque esta forma que llevamos es asesina para nosotros mismos y para el planeta. No se trata de hacer al cien por cien lo que decía John Lennon, de un Mundo para todos, pero sí podríamos tener más fraternidad, misericordia y menos precariedad.
¿Considera que la música tiene que defender los principios del autor??
–La música no tiene que defender principios. La música es una forma de expresión, es entretenimiento y una forma de interpretar la realidad que nos da unos valores como son la armonía, el ritmo, la melodía. Valores que nos hacen estar bien con nosotros mismos, que nos hacen compartir, comunicarnos. En sí, la poesía o la música no tiene que tener ningún componente político. Yo como persona sí lo tengo, pero no hay canciones con principios desde mi punto de vista. Hay canciones que algunos partidos políticos utilizan para sus campañas, como por ejemplo Vox, que se apoderó del tema de Coque Malla…. Nuestras canciones no tienen motivación política, sí humanitaria, comunicativa, personal, pero no motivación política. La motivación política es la que tiene que tener el ciudadano responsable y serio que tiene que creer en la convivencia y que está dispuesto a luchar por ella y dejar a un lado los egoísmos baratos y convertirnos en personas adultas y solidarias. Esto no te lo da la música, pero sí que ella da placer y ayuda a expresarse. Es un vehículo de expresión social y comunicativo, pero sus poderes no llegan hasta ahí, en todo caso puede ser un medio alternativo para empujar en algunos momentos históricos. Piensa en la guerra de Vietnam. La paró la gente en la calle, los manifestantes y el clamor social y es verdad que en ese momento había música que empujó para parar esa barbarie que estaba sucediendo. Pero son momentos puntuales, en general, la música es un espejo de nuestro tiempo.
¿Considera que en España se ciuda la cultura?
–No. ¿Tú has visto a los políticos? Ninguno sabe hablar. Ni los locutores deportivos, tampoco. Tienen unos paradigmas de lenguaje muy precarios. Al pueblo se le da lo barato, las apuestas al fútbol y mensajes unidireccionales, que eluden la complejidad, que eluden los matices y lo que es importante decir. Yo creo que la cultura siempre está en el fondo del armario, es lo último a lo que hay que atender. La cultura no interesa porque da entendimiento, empatía, solidaridad, crea vínculos. Y el sistema de gobierno actual lo que quieren es ver a la gente en el supermercado, no quieren salir de ahí. Todo lo que sea salir de del consumo es ser un rojo, un comunista, un inadaptado o un raro. Las cuestiones culturales son las más relevantes, porque nos dan de verdad el alimento importante. Alimenta el espíritu. Tener la cabeza y el espirito vacío es muy triste y nos hace mucho daño a la sociedad.
¿Qué supuso tu primer trabajo, ‘veneno’?
–Fue un disco que pasó desapercibido, pero a los cuatro o cinco años empezó a venderse como un disco de culto y a finales de los 80 vino el reconocimiento y llegó a ser un disco importante. Fue un disco de relevancia para los aficionados a la música, pero no tenía conciertos y tuve que buscar otras alternativas para dar de comer a mi familia. En el año 92 ,con ’Cantecito’ sí, con 40 años, por fin pude vivir de la música. Hasta entonces no lo había podido hacer. Para mi ‘Veneno’ ha sido el mejor disco que he hecho, un disco revolucionario y nos dio muchísimas alegrías aunque no nos diera de comer.
Como músico , ¿considera que ha innovado en sus discos?
–Sí, porque yo no sé cantar muy bien y tampoco tengo grandes cualidades ni como intérprete, ni como guitarrista. Yo empecé como todo el mundo aprendiendo canciones de los Beatles, de los Brincos, de Bob Dylan, Paco Ibáñez… pero me costaba mucho trabajo aprenderme las canciones de los demás. Y llegó un momento en el que empecé a componer mis propias canciones porque me resultaba más fácil aprendérmelas. Tuve que inventarme un lenguaje peculiar para poder expresarme. Esa innovación viene de mis carencias. He tenido que inventar mi forma de cantar, de hacer las letras.
Hablando de innovación… participó en ‘La leyenda del tiempo’ ¿cómo fue trabajar con camarón?
–Fue un momento importante en mi vida, de los más felices. Seguramente no volveré a trabajar con un artista tan importante. Es lo más grande que he hecho, trabajar con un genio. Ese sí que sabía cantar y tener ritmo. Una persona totalmente increíble. Un genio. Y fue un momento feliz el poder trabajar con él.
¿Cómo le gustaría ser recordado?
–Me gustaría que me recordara la gente que me ha conocido, pero por cariño, y con simpatía. Y me conformaría con que la gente cantara alguna de mis canciones.
Visitó la ciudad para presentar su trabajo...
–Tocamos temas del disco ‘Sombrero roto’, presentamos clásicos, desde ‘Veneno’ haciendo un recorrido por mis canciones y presentamos dos temas del disco nuevo, ‘Hambre’ y ‘Dias raros’ , un tema extraído del confinamiento, sobre ese sentimiento extraño por el que hemos pasado durante el confinamiento. También los momentos positivos que trajo ese hecho, cómo los pájaros y la naturaleza volvieron a respirar, de los aviones se quedaron quietos y nos dejaron escuchar el canto de los pájaros. Eso fue un precioso sentimiento. Lo que me preocupa y también se expresa en mis canciones es que hay dos Covid: uno para la gente pobre y otro para los ricos.
Ha vivido en Cádiz durante algunos años… ¿Qué le ha supuesto volver ?
–Yo viví en Cádiz en mi infancia y mis primeros recuerdos musicales son los del Carnaval. Imagina el cariño que le tengo a esta ciudad. Me aficioné tanto al carnaval, sobre todo a las chirigotas y las ilegales, que son las que más me gustan. De hecho no suelo perderme ningún carnaval.
¿Cuáles son sus proyectos de futuro?
–Pues estamos con el disco nuevo, haciendo una a una las canciones para presentarlas el año que viene. Mis proyectos principales son no contagiarme del virus, seguir siendo amigo de mis amigos, estar cerca de mi familia y cerca de la música y de la gente a la que quiero. Decirles cuánto les quiero.
Alguna vez ha expresado su cercanía con las ideas de izquierdas, ¿cómo valora el panorama político actual?
–Es un tópico que la izquierda en este país siempre encuentra un motivo de desavenencia. Lo estamos viendo en Andalucía. Pero también la derecha también está fragmentada. La política provoca muchas ambiciones, algunas legítimas y otras no lo son tanto y eso crea confusión. La desunión de la izquierda es un clásico, pero al fin y al cabo es un hecho de libertad. Yo soy anticapitalista mucho antes que Teresa Rodríguez, soy mayor, más viejo y he estudiado a Carlos Marx mucho antes que ella, por edad, pero a mí no se me ocurriría hacer un partido anticapitalista. Hay que empezar poco a poco, no queriendo tumbar el capitalismo, empezaría esta lucha con el antimonopolio, anticorrupción, hay muchas cosas por las que luchar que nos puedan acercar poco a poco a encontrar un sistema social, político y económico que sea más justo y nos dé más vida. El capitalismo es un sistema extraordinario para el 0.001% de la población, que vive extraordinariamente y oculta los datos y procedimientos. Es un sistema totalmente opaco, que ha cerrado la posibilidad de que los trabajadores y las personas normales podamos saber cómo está yendo la economía, la justicia. Se ha convertido en una maraña dominada por la escuela neoliberal. Por eso hace falta mucha unión, mucha paciencia, conciencia. La mitad de la gente que trabaja hace cosas que no sirven para nada. Trabajos que si no se hacen, nadie las echaría de menos: la burocracia, los guardias municipales no hacen nada por la población, no ayudan a nada, y se llevan buena parte de los presupuestos. Llevan su pistola y sus gafas Rayban y me da la impresión que la vida está organizada en torno a unas institución es que no sirven para nada. Estamos mejor si se dejan de hacer. Soy radical, tan radical como son las personas que quieren justicia y libertad, pero hay que ir al fondo de las cosas.