El obispo de Asidonia-Jerez, José Mazuelos, estuvo este pasado martes en el programa Luz de Pasión, que se emite semanalmente en 7 TV Jerez, para entre otras cosas repasar cómo han transcurrido unos meses marcados por la pandemia.
Este domingo se celebra la solemnidad del Corpus Christi, que por primera vez en mucho tiempo no va a tener presencia en la calle. ¿Cómo se afronta?
–Celebraremos la eucaristía en la Catedral y después se iniciará una procesión claustral. Se hará la bendición desde la puerta principal y posteriormente en el altar. Es lo que se puede hacer por ahora, porque no nos podemos olvidar de que estamos en un estado de alarma. Se puede cubrir el 75 por ciento del aforo, pero no creo que haya problema porque la Catedral es grande.
Mucha gente igual no lo sabe, pero además de obispo es médico. ¿Cuando el 7 de marzo hacía una serie de recomendaciones para las celebraciones religiosas imaginaba ya lo que se venía encima?
–En el momento en el que se empezó a ver lo que ocurría en Italia uno llegaba a la conclusión de que aquello también llegaría aquí. Eso era de cajón.
Las cofradías empezaron a tomar medidas antes del estado de alarma y parece que van a ser las últimas en retomar su actividad en la calle. ¿Ve muy lejana la vuelta de las procesiones?
–Se podrían ir haciendo algunas cositas. No veo problema en que se celebre una procesión bien organizada, en la que se guarden las distancias y se utilicen mascarillas, igual que se está planteando ya el regreso de los aficionados a los campos de fútbol, pero hay que esperar. Habrá que buscar una fórmula, porque no puede ser que se aproveche la pandemia para dejarnos encerrados en los templos. La vida tiene que continuar y nuestra vivencia, nuestra fe y nuestras devociones deben seguir siendo públicas. Nadie ha puesto pegas cuando los cofrades han estado repartiendo comida a las familias que lo necesitaban.
Han pasado ya dos meses de la Semana Santa. ¿Qué recuerdo le ha quedado?
–La oración es importante y en tiempos de confinamiento aún más. Había familias en sus casas y ancianos solos que ni siquiera podían ver a sus familias. Por eso quise visitar a las imágenes para rezar junto a ellas y que esa oración pudiera llegar a quienes estaban encerrados. Hubo una crítica fuerte y bestial porque parecía que el obispo era una bomba biológica andando por Jerez, cuando aquellos días la gente salía a los supermercados o a comprar tabaco. La fuerza de la Semana Santa está en esas ancianas o esos enfermos que se acercan a las imágenes cuando pasan por su casa, les rezan y se emocionan, y yo no quería que eso se perdiera. Hubo mucha incomprensión y surgieron muchos epidemiólogos que decían que el obispo iba a contagiar a todo el mundo. Me consoló que otros también me animaran y que posteriormente quienes criticaran reconocieran que se habían equivocado y me agradecieran el gesto.
¿Qué análisis hace del papel que las cofradías desempeñan en esta pandemia?
–Mucha gente se ha dado cuenta de que esto no consistía en sacar pasitos a la calle. Aquí hay voluntarios dispuestos a trabajar por los más necesitados. Entre todos hemos logrado hacer una piña.
Pero las hermandades se han encontrado con un problema económico porque sus ingresos se han visto mermados...
–Hago un llamamiento para que los abonados de los palcos sean generosos, porque las hermandades no se están gastando el dinero en lujos, sino que están aportando mucho dinero para quienes están sufriendo. Una forma de participar es donar ese dinero que se ha pagado y que se abonen las cuotas, porque hay que mantener bandas, flores, cera... Hay pagos comprometidos y una forma de colaborar es donar ese dinero.
¿Cuándo se van a retomar los procesos electorales que quedaron suspendidos?
–En cuanto podamos movernos. No se podía convocar unas elecciones en una hermandad si un hermano que vive en Sevilla no podía venir a votar. Creo que a partir de julio ya se pondrán en marcha.
Teníamos a varias hermandades de vísperas esperando su incorporación a la Carrera Oficial. ¿Será posible este año o se ha quedado todo parado?
–Se pensaba estudiar este año, pero habrá que esperar porque aquí entran en juego muchos factores. Está claro que el fin de todas estas hermandades es hacer estación de penitencia a la Catedral, pero el virus nos ha enseñado que no podemos mirar tan lejos...
De hecho se habló de una Semana Santa en septiembre y ahora parece inviable...
–Es que la gente se creía que esto iba a durar 15 días, y no es así...
Pero alguna acción de gracias habrá que organizar cuando pase todo esto...
–Todo se andará. Tenemos pendientes coronaciones canónicas en Sanlúcar y en Bornos y ahora mismo nadie se atreve a poner fechas...
Cuando llegó a Jerez en 2009 se encontró con una gran crisis y ahora tenemos por delante otra. ¿Cómo ve a la ciudad?
–Ahora viene la pandemia económica. Hay mucha preocupación por ver cómo vamos saliendo de esto. Siempre hago una llamada a los políticos para que busquen el bien común, pero no veo que se esté aplicando una economía de guerra. Tampoco podemos cargarnos a la clase media para quedarnos con una clase pobre que resulte fácilmente manipulable y otra muy alta que nunca va a sufrir porque siempre tendrá a mano un avión para salir corriendo.
¿Cómo va a afectar esta crisis a las iniciativas que se estaban poniendo en marcha desde la Diócesis para la puesta en valor de su patrimonio?
–Se van a frenar un montón de cosas, por ejemplo la parroquia del Rocío, que la queríamos empezar a construir. Se frena también la Casa del Deán, aunque en este caso llevamos cuatro años pidiendo permisos al Ayuntamiento y la Junta y se nos va a terminar cayendo de tanto esperar. Vamos a trabajar en el Seminario porque no hay más remedio. La Iglesia hará todo lo que pueda para seguir con esos proyectos y generar empleo.