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Jaén

"La democracia llegó a Jaén con la autonomía"

Fernando Calahorro, histórico del PSOE, rememora el proceso de la autonomía andaluza, que en Jaén, dice, se ansiaba por el "agravio histórico"

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  • Fernando Calahorro en un mitin en Martos en 1981 junto a Javier Solana y Antonio Villargordo -

Fernando Calahorro Téllez (Jaén, 1948) era en 1980 el secretario general del PSOE de Jaén, que entonces era una de las agrupaciones socialistas más poderosas del país. Calahorro recuerda la llegada de la autonomía a Andalucía y a Jaén como un soplo de aire fresco. “Para nosotros la autonomía era la democracia y teníamos muy claro que la democracia iba indisolublemente unida a la autonomía”, recuerda. Un sentimiento que, a su juicio, tenía que ver con “la sensación histórica de agravio por parte del Gobierno central”. Con todo, en Jaén hubo que esperar al 12 de abril para que la Audiencia estimara los recursos de PSOE, PCE y PSA y confirmara que se había obtenido el 50,07% de síes del total del censo. “En Jaén, el INE no revisó el censo y eso hizo que hubiera muchas personas fallecidas”, dice.

¿Y 40 años después? Fernando Calahorro considera que aún hoy sigue instalado ese sentimiento de agravio en Jaén. “Si, existe una sensación de agravio totalmente justificada y un sentimiento de desventaja muy fuerte. Jaén sufrió un embate brutal durante la crisis de 2008, del cual no se ha recuperado”, comenta Calahorro, que pone como ejemplo que mientras el empleo se recupera en España desde 2014 al ritmo del 15%, en Jaén,  Burgos y Asturias  lo hace al 5%. La desaparición de Santana Motor, la desindustrialización de la N-IV, la crisis de la industria del mueble o del ladrillo o el estancamiento del turismo de interior han sido factores que, según Calahorro, han provocado la recesión de Jaén y que aconseja la puesta en marcha de planes de inversión. “La provincia necesita un impulso desde fuera, desde las Administraciones, mucha inversión pública”, señala, tras admitir cierta añoranza del Plan Activa Jaén que se puso en marcha en el primer mandato de Rodríguez Zapatero, una etapa en la que él fue subdelegado del Gobierno en la provincia. Calahorro considera especialmente “sangrante” la situación del ferrocarril en Jaén, un medio de transporte que él usaba con mucha asiduidad durante su etapa de diputado en el Congreso y adonde regresó, en compañía de Cándido Méndez, al día siguiente del golpe de Estado de Tejero del 23-F, sin duda la experiencia de más impacto de su vida política. Para el político socialista “no es de recibo” que en los últimos 12 años apenas se hayan construido seis kilómetros de la línea de Altas Prestaciones hacia Madrid. Eso sí, dice que es el primero que hace autocrítica y entona el mea culpa por la crítica situación del tren en Jaén.

Fernando Calahorro, que cogió las riendas del PSOE de Jaén en 1979 tras llegar a la Alcaldía de Jaén Emilio Arroyo, fue descabalgado tres años después, en 1982, en el convulso congreso de Linares que aupó a la secretaría provincial a Cristóbal López Carvajal. Un relevo extraño porque el PSOE había ganado dos elecciones ese año y en Jaén obtuvo cinco de los siete escaños para el Congreso. “Quizás a Alfonso Guerra no le gustaba mi relación con Javier Solana o con Miguel Boyer y por eso me quitaron”, rememora ahora Calahorro. Pero antes de dejar el PSOE y recalar en Democracia Socialista tuvo que lidiar también con el  ‘caso Uteco’, que supuso un terremoto en el cooperativismo olivarero de aquella época. “Logramos que el Gobierno de Felipe González concediera un préstamo extraordinario de 30.000 millones de pesetas para reflotar la Caja Rural y cumplir con los compromisos que Uteco y la Cooperativa Provincial Agrícola habían asumido con los olivareros y, de esa manera, el Gobierno logró sostener el entramado cooperativo del aceite”, recuerda. Considera que los retos que tiene por delante la autonomía andaluza es “lograr la cohesión territorial” de Andalucía y acabar con las desigualdades y los agravios entre provincias. Y alerta del impacto de la sangría demográfica: “La autonomía andaluza no se puede permitir que se hable de la Andalucía vaciada porque, justamente, hicimos la autonomía para eso, para impedir el agravio e impedir el abandono”.

En cuanto a la capital jiennense, Fernando Calahorro admite cierta desazón por el estado de apatía que, según dice, vive la ciudad. “Jaén, al igual que Linares, languidece con el paso del tiempo, no existe capitalidad ni liderazgo”, dice, con resignación. Y añade: “Ahora mismo, por desgracia, no hay personas o sectores que sean capaces de movilizar la ciudad. El Ayuntamiento tiene un problema por delante muy fuerte, los últimos años han sido desastrosos desde el punto de vista económico y ahora se encuentra casi sin capacidad de maniobra”. Y cree que el cometido principal de los gestores municipales debe ser “restablecer la ilusión de la gente”. Para eso, entiende que hacen falta inversiones en el ámbito industrial para reactivar la economía local. “Habría que crear un departamento de asuntos exteriores e ir a todos los sitios para vender las ventajas y bondades de Jaén”. Fernando Calahorro no oculta el que fue su sueño en el epílogo de su carrera política:  “Sin duda, me hubiera encantado ser alcalde de Jaén y creo que podíamos haber hecho algo bonito, pero bueno, no pudo ser”,dice, sin rencor.

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