El barco en el que científicos de la Universidad de Córdoba y de otras instituciones estudian el ecosistema del estuario del Guadalquivir ha sido incendiado, poco después de que la Guardia Civil emprendiera una operación para desmantelar las estructuras de pesca ilegal de angula de la zona.
El catedrático de Biología de la Universidad de Córdoba Carlos Fernández no tiene duda de que ha sido una "venganza" en respuesta a la operación "Ave Fénix", con la que ayer fueron erradicadas 54 plataformas de pesca ilegal de angula, una actividad que es una seria amenaza para la biodiversidad de la zona y para la seguridad de la navegación.
Para desarrollar la operación, en la que participaron más de 120 agentes de distintas administraciones, la Guardia Civil quiso contar con el apoyo de este científico, parte del grupo que estudia los daños de la biodiversidad del Guadalquivir, y del "chef del mar" Ángel León, para poder explicar el impacto de la pesca ilegal de angulas.
En respuesta, "las mafias" que se esconden tras esta pesca ilegal "han atacado a la parte más débil, han atacado a la más fácil" al quemar esta noche la embarcación en la que trabajan los científicos, ha explicado el catedrático.
Hace diez años ya desapareció la lancha que alquilaban a un pescador de la zona para llevar a cabo sus investigaciones y esta madrugada la que éste mismo hombre compró para sustituir a la anterior ha amanecido totalmente calcinada.
"A nosotros nos fastidian porque paralizan nuestro trabajo, pero el mayor daño se lo hacen a él", lamenta.
Quienes han prendido fuego a la embarcación sabían perfectamente, según el catedrático, en que lugar se guardaba, en una zona apartada que se había buscado premeditadamente discreta después de que la primera fuera también atacada.
Las plataformas de la pesca ilegal de angulas llevan allí "montones de años", al igual que este grupo científico que lleva dos décadas trabajando en la zona.
La pesca ilegal de angulas, que a pie de río se venden a 400 euros el kilo y mucho más si se hacen transacciones a mafias, especialmente orientales, que se dedican a su tráfico, causa una gran destrucción en la vida de los ríos porque se usan redes de un milímetro de luz de malla, en las que caen todas las especies que cohabitan con la angula.
Estas plataformas se habían convertido en algunas ocasiones en lugares para esconder alijos de hachís, por parte de las redes que utilizan el Guadalquivir para los desembarcos.
Se habían convertido también en un peligro para la navegación, sobre todo para las persecuciones de las Fuerzas de Seguridad de las narcolanchas.
Carlos Fernández ha explicado que el grupo de investigadores ha pensado precisamente en pedir a la administración que se les ceda alguna de las embarcaciones incautadas a los narcos para poder sustituir a la nava calcinada y continuar su trabajado de defensa de la conservación del ecosistema en esta zona de especial biodiversidad y de especial sensibilidad.
Cádiz
Arde un barco en "venganza" por la operación contra los anguleros
El barco estudiaba el ecosistema del estuario del Guadalquivir
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