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Córdoba

Lucky Peterson celebra 50 años de blues en el Festival de Guitarra

Hace ya 50 años desde que, siendo un chiquillo de 7 años, puso un pie en un estudio para grabar su primer disco

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  • Lucky Peterson. -

Lucky Peterson ha entrado en Córdoba aullando a la luna en su primer y único concierto en España con motivo de la gira que está dando por todo el mundo para celebrar que hace ya 50 años desde que, siendo un chiquillo de 7 años, puso un pie en un estudio para grabar su primer disco.

En aquel entonces seguro que el bueno de Peterson iba a la iglesia cada domingo. Hoy, aquel niño es un señor que lleva la iglesia dentro de su órgano y de su garganta y que seguramente lleve al diablo de los clubes de mala muerte -como el de su padre- en las manos con las que empuña y rasga su guitarra cada vez que la coge.

Y aunque es mucho mejor teclista, la imagen que ha dejado del concierto de hoy la ha protagonizado con una guitarra en las manos, algo perfecto para una cita como el Festival de la Guitarra, que cumple 39 años necesitado de reivindicaciones como ésta.

Había pasado poco más de una hora desde que empezó el concierto cuando el bluesman se ha bajado del escenario y se ha adentrado guitarra en mano entre el público -que apenas superaba el medio millar- y se ha sentado en una silla en mitad del foso, rodeado ya entonces de decenas de móviles, para cantar un blues a capella, lejos de la amplificación del escenario, al que ha vuelto con tranquilidad casi 20 minutos después.

Un número que a buen seguro habrá corrido de perfil de Instagram a perfil de Instagram pero que ha quedado deslucido en comparación con aquella otra vez que, también en Córdoba hace ya más de una década, se salió de los Jardines del Alcázar con la guitarra y llegó a cortar el tráfico en la Ribera.

Algo ha llovido desde entonces para Córdoba y para el propio Peterson, que ha llegado a esta gira en una forma excelente, ayudado también por The Organization, la banda que le acompaña, formada por Alain Nyame (bajo), Julien Charley (batería), Shawn Kellerman (guitarra) y Rachid Guissous (teclados).

También por su esposa Tamara Tramell, que se ha subido al escenario para cantar un par de canciones y echar una mano a un Peterson que, minutos antes, había desempolvado una vibrante versión de Ray Charles al piano.

El concierto, de hecho, ha sido como un jukebox vibrante de clásicos del soul, el blues y el rhythm & blues al estilo vieja escuela, construidos sobre un macizo muro de sonido.

Nacido en unos tiempos en los que el blues era escupido de las listas de éxitos por culpa de unos chicos blancos llegados de Reino Unido que reciclaron el sonido de su gente y lo vendían como rock 'n' roll, Peterson creció siendo un chico prodigio sin una escena en la que volcar su talento en solitario y, de hecho, no fue hasta el nuevo milenio cuando su figura se fue cargando de un estatus de leyenda en un género en el que el relevo ha sido todo menos mediático.

Claro que su travesía en el desierto en los 70 y 80 fue el sueño de cualquiera: como organista de gira con leyendas del soul como Little Milton o Bobby Blue Bland, y como músico de sesión de dinosaurios de la música negra como Etta James, Rufus Thomas, Wynton Marsalis o Mavis Staples, entre otros.

Con esas credenciales, su linaje -es hijo de James Peterson- y unos dedos prodigiosos, solo era cuestión de tiempo que su carrera como solista cogiera el vuelo con discos en sellos como Verve o Jazz Village -el último dedicado nada menos que a Jimmy Smith-.

Todas esas vidas han dado forma a esta gira y, parte de ellas han tomado cuerpo en su única parada en España, en una Córdoba en la que el sudor era tan pantanoso como los aullidos de Lucky Peterson.

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