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Jaén

Bueno, universitario y muy abandonado

El Polígono del Valle es un barrio luminoso, solidario, que se vuelca con su comercio y con sus vecinos. Es obrero y ‘muy barrio’, pero su asfaltado, avergüenza

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Estado del distrito El Valle de la capital.

El Polígono del Valle es un barrio con más de cuatro décadas de antigüedad que ha experimentado cambios, desde la población que ha ido habitando sus característicos bloques de pisos distribuidos por sectores, hasta sus infraestructuras, que han ido creciendo y dotando a este distrito de la capital de todos los servicios necesarios, desde centro de salud, a centro social, de barrio y de mayores, instalaciones deportivas; su parroquia, que tanto ha trabajo por su gente, y su comercio, que sobrevive a pesar de que el barrio está equipado de reconocidos supermercados. Pero también cuenta con escuelas infantiles, centros educativos, un instituto y la Universidad.

Ésta última, según reconocen los vecinos, ha sido uno de los motores que ha rejuvenecido un barrio que está viviendo la ‘crisis de los cuarenta’ padeciendo males como el estado de su asfaltado. Pocas vías del Polígono del Valle se libran de baches, hoyos, roturas y socavones, y ninguna está exenta de tráfico. Llevan años sin arreglarse y su arreglo tiene carácter de “urgente”, según los vecinos.

El plan de asfaltado del Ayuntamiento sería necesario para todo el Polígono del Valle. Es la principal lacra del barrio, la consecuencia de años de abandono municipal. Una vez renovado, el barrio proyectaría otra imagen, ya que el Polígono del Valle “lo tiene todo como barrio”, según sus vecinos, a los que les duele el “abandono y la discriminación” que lleva sufriendo desde “hace muchos años”, a pesar de ser “tranquilo, cómodo y muy barrio”, según su gente.

Por la entrada desde la Avenida de Madrid, un claro ejemplo es la Plaza del Zodiaco. Teresa Pérez es vecina desde hace casi cuarenta años y reconoce que el estado de la misma es “lamentable”, por los hoyos en sus carriles, pero también por la dejadez del solar donde funcionaba la desaparecida gasolinera. “En la plaza los vecinos no pueden aparcar porque la gente que llega a trabajar a la Seguridad Social llenan el espacio. Es intransitable por la condición del asfaltado. El solar está lleno de gatos y desaprovechado. Podría acondicionarse como una zona de ocio para los jóvenes o un parque”, explica.

El Polígono del Valle es un barrio con una gran amplitud entre sus zonas residenciales y eso beneficia en la luminosidad de sus calles, en las que las zonas verdes son abundantes, aunque el cuidado de éstas varía según la zona. No hay bloque de vecinos sin plazoleta ni zona verde, pero éstas en algunos sectores han quedado en manos de los vecinos, según las administraciones, concretamente nueve plazas y seis sectores, para los que reclaman la titularidad pública, con el fin de garantizar atención municipal. Ésta es una de las luchas de los vecinos. Las plazas tienen el acerado “levantado, roto, en muy mal estado” y las zonas verdes “descuidadas”. Parques infantiles como los dos del Paseo Virgen del Rocío, donde está el popular centro de barrio ‘Antonio Liébanas’, o el parque Benshaprut, frente al campus universitario de Las Lagunillas, necesitan mantenimiento.

“La decadencia del Polígono en materia de mantenimiento urbano se nota más con los gobiernos de derecha que con los de izquierda, dentro de que es el Polígono del Valle y siempre ha estado abandonado”, reconoce Jorge González, vecino desde hace 35 años. “Es un barrio de currantes, bonito para vivir. Las viviendas dan todas a la calle, no hay embudos, y está bien comunicado. Los autobuses pasan cada diez minutos”, reconoce. Incluso hay parada de taxi.

Sin embargo, “decir Polígono del Valle aún suena a marginal y eso llega a molestar, porque aquí vive gente muy trabajadora”, reconoce. Ahora, su tasa de paro alcanza casi el 70% y eso se ve en un barrio humilde. “El desempleo se nota en el barrio. Muchos vecinos trabajaban en la construcción y al pararse el sector, se quedaron sin empleo. Ha habido muchas familias que han vivido años muy difíciles, que han sido muy castigadas por la crisis”, dice Jorge González.

Pero en los momentos difíciles, aseguran, es donde se demuestra la “solidaridad” de la gente y de sus comercios. “Los vecinos del Polígono son muy trabajadores y muy buena gente”, reconoce Teresa Pérez. En la misma línea, se pronunciaba Jorge González. “Comercialmente, el barrio funciona. Tenemos grandes superficies, pero el pequeño comercio pervive y es solidario. En una gran superficie vas a la caja y pagas. Si no tienes, no compras, pero en el comercio del barrio, te fían, te ayudan, te dejan pagar por quincena o por mes”, dice.

Entre los solidarios, José Ramírez, responsable del Covirán de la calle Santa María del Valle. “Lleva muchos años y conoce a la clientela. Sabe de quién se puede fiar”, dice Jorge González.

En la misma acera tiene su negocio José García, la papelería y administración ‘Rayo’. Lleva con su negocio desde septiembre de 1975. “El permiso de apertura del kiosco nos lo tuvo que dar el Ministerio de Vivienda porque el Ayuntamiento aún no había recepcionado las obras del barrio”, recuerda.

Para este vecino, el barrio es “estupendo para vivir, con plazoletas en las que pueden jugar los niños”. En esta línea dice: “No voy a decir que el ambiente recuerda al de un pueblo, pero es muy parecido. Es un barrio cómodo, soleado y con gente muy agradable. No tengo ni una queja al frente de mi negocio. El trato es más de amigos que de clientes”.

También incide en la solidaridad vecinal. “Muchas personas mayores se han tenido que hacer cargo de sus hijos y nietos con pensiones bajas. Se han vivido momentos complicados y todos se han apoyado”, explica.

Con un negocio de material educativo, la cercanía de la Universidad la nota. E igual le ocurre a Antonia Cano, responsable desde hace tres años del kiosco que antes ocupaba ‘Rayo’. Es vecina del barrio desde hace 34 años. En él se crió y en él sigue viviendo. “Soy poligonera total. No cambio este barrio por nada”, dice entre risas.

También lo reconoce José García: “Hay que decir con orgullo que eres del Polígono del Valle. Quien lo dice en plan despectivo es porque no conoce este barrio”.

Antonia Cano reconoce que el negocio va bien. “La gente se vuelca en comprar en el barrio, especialmente los mayores. Los vecinos se dejan el dinero en el barrio. Conoces a todo el mundo porque has ido viendo cómo van pasando las generaciones”, explica la kiosquera. Y entre sus clientes, los universitarios. “La Universidad ha dado vida al barrio. El viernes por la tarde el barrio se para sin ellos. Entre semana, se nota mucho la afluencia. Hay muchos pisos con estudiantes y eso rejuvenece el barrio”, reconoce Cano.

Madre de un hijo de 17 años, reconoce que éste “está a gusto en el barrio, pero como todos los jóvenes, busca salir de Jaén”.

Para esta vecina es “el mejor barrio de Jaén” porque “como en todos sitios, hay vecinos de todo tipo, pero lo más importante es que todos son buenas personas” y porque “el barrio tiene mucha amplitud y luminosidad en sus calles y te permite convivir con los vecinos a diario”.

El paso de peatones de la calle Santa María del Valle, el que separa sendos negocios, es uno de los más peligrosos y de los más transitados. Presenta un socavón que ha provocado caídas y daños en los vehículos. “Hace días arreglaron el alcantarillado y no han sido capaces de tapar el agujero”, reconocía Jorge González.

La Fundación Don Bosco ha tenido mucho que ver en escribir la historia del barrio, desde la parroquia hasta el equipo de profesionales que forma a jóvenes inmigrantes en riesgo de exclusión social. La ‘zona de los locales’, donde se ubican, ha sido señalada como uno de los espacios a recuperar para el ocio de los vecinos. La Olla Comunitaria, instalada en este mismo espacio, es ejemplo de solidaridad, pues desde allí trabajan las voluntarias que preparan comida para las familias necesitadas.

“La fama que tiene el barrio no es justa”, dice Mª Eugenia Ruiz, una vecina “adoptada”. Llegó como universitaria, como estudiante de Trabajo Social, y ya son diez los años que lleva viviendo en el Polígono del Valle, donde ahora trabaja.  “Vine a estudiar y siempre he vivido en el Polígono. Es uno de los barrios que más me gusta. Lo elegí por la cercanía a la Universidad, pero cuando comencé a conocer a los vecinos y vi su sencillez y humildad, me gustó. El ambiente universitario se nota en el Polígono”, afirma.

Reconoce que encontró el mismo ambiente que en su pueblo. “Los vecinos son personas abiertas, que te dan los buenos días, que te saludan cada vez que te ven. Me siento parte del barrio”, agradece.

Tiene pocos ‘peros’ para el Polígono del Valle. Sólo señala que “a veces está un poco sucio”, reconociendo que es “culpa de todos”. Y es que el Polígono del Valle no es un barrio sucio. Ayer, había un operario en el Sector II con una máquina barredora y el asfaltado de las calles de las casas de la barriada ‘Sagrada Familia’ fueron baldeadas con un camión. El distrito El Valle muestra así dos imágenes, la de un barrio popular, del que presume todo el que nació en él; y el de zonas residenciales como las de Sagrada Familia, más nueva y cuidada.

“La fama que tiene el barrio no es justa. Tengo un trabajo que hace que salga tarde y en este barrio no me siento insegura. Sientes que alguien te va a cuidar si pasa algo y para mi es importante”, dice Mª Eugenia Ruiz.

La zona de las ’60 viviendas’ es señalada por los residentes como una de las “más conflictivas” y reclaman más presencia policial para garantizar la seguridad. Otros vecinos como Francisco Cañas, residente desde hace 42 años en las viviendas del sector II, explican que el barrio tiene un grave problema y se refiere al “tráfico de drogas, a plena luz del día, a vistas de todos”, señalando plazas “complicadas” para transitar. A pesar de todo, reconoce que es “un barrio bueno, con buenos vecinos, con mucha luz y cómodo”.

El lamentable estado del asfaltado del barrio es una lacra, vergüenza de quienes tienen que acceder a Tráfico, a Cruz Roja, al ambulatorio…Al lado de éste, la estructura de lo que iba a ser la guardería, también imagen del abandono que ha padecido el Polígono durante años.

El Polígono del Valle es un barrio con más de cuatro décadas de antigüedad que ha experimentado cambios, desde la población que ha ido habitando sus característicos bloques de pisos distribuidos por sectores, hasta sus infraestructuras, que han ido creciendo y dotando a este distrito de la capital de todos los servicios necesarios, desde centro de salud, a centro social, de barrio y de mayores, instalaciones deportivas; su parroquia, que tanto ha trabajo por su gente, y su comercio, que sobrevive a pesar de que el barrio está equipado de reconocidos supermercados. Pero también cuenta con escuelas infantiles, centros educativos, un instituto y la Universidad.

Ésta última, según reconocen los vecinos, ha sido uno de los motores que ha rejuvenecido un barrio que está viviendo la ‘crisis de los cuarenta’ padeciendo males como el estado de su asfaltado. Pocas vías del Polígono del Valle se libran de baches, hoyos, roturas y socavones, y ninguna está exenta de tráfico. Llevan años sin arreglarse y su arreglo tiene carácter de “urgente”, según los vecinos.

El plan de asfaltado del Ayuntamiento sería necesario para todo el Polígono del Valle. Es la principal lacra del barrio, la consecuencia de años de abandono municipal. Una vez renovado, el barrio proyectaría otra imagen, ya que el Polígono del Valle “lo tiene todo como barrio”, según sus vecinos, a los que les duele el “abandono y la discriminación” que lleva sufriendo desde “hace muchos años”, a pesar de ser “tranquilo, cómodo y muy barrio”, según su gente.

Por la entrada desde la Avenida de Madrid, un claro ejemplo es la Plaza del Zodiaco. Teresa Pérez es vecina desde hace casi cuarenta años y reconoce que el estado de la misma es “lamentable”, por los hoyos en sus carriles, pero también por la dejadez del solar donde funcionaba la desaparecida gasolinera. “En la plaza los vecinos no pueden aparcar porque la gente que llega a trabajar a la Seguridad Social llenan el espacio. Es intransitable por la condición del asfaltado. El solar está lleno de gatos y desaprovechado. Podría acondicionarse como una zona de ocio para los jóvenes o un parque”, explica.

El Polígono del Valle es un barrio con una gran amplitud entre sus zonas residenciales y eso beneficia en la luminosidad de sus calles, en las que las zonas verdes son abundantes, aunque el cuidado de éstas varía según la zona. No hay bloque de vecinos sin plazoleta ni zona verde, pero éstas en algunos sectores han quedado en manos de los vecinos, según las administraciones, concretamente nueve plazas y seis sectores, para los que reclaman la titularidad pública, con el fin de garantizar atención municipal. Ésta es una de las luchas de los vecinos. Las plazas tienen el acerado “levantado, roto, en muy mal estado” y las zonas verdes “descuidadas”. Parques infantiles como los dos del Paseo Virgen del Rocío, donde está el popular centro de barrio ‘Antonio Liébanas’, o el parque Benshaprut, frente al campus universitario de Las Lagunillas, necesitan mantenimiento.

“La decadencia del Polígono en materia de mantenimiento urbano se nota más con los gobiernos de derecha que con los de izquierda, dentro de que es el Polígono del Valle y siempre ha estado abandonado”, reconoce Jorge González, vecino desde hace 35 años. “Es un barrio de currantes, bonito para vivir. Las viviendas dan todas a la calle, no hay embudos, y está bien comunicado. Los autobuses pasan cada diez minutos”, reconoce. Incluso hay parada de taxi.

Sin embargo, “decir Polígono del Valle aún suena a marginal y eso llega a molestar, porque aquí vive gente muy trabajadora”, reconoce. Ahora, su tasa de paro alcanza casi el 70% y eso se ve en un barrio humilde. “El desempleo se nota en el barrio. Muchos vecinos trabajaban en la construcción y al pararse el sector, se quedaron sin empleo. Ha habido muchas familias que han vivido años muy difíciles, que han sido muy castigadas por la crisis”, dice Jorge González.

Pero en los momentos difíciles, aseguran, es donde se demuestra la “solidaridad” de la gente y de sus comercios. “Los vecinos del Polígono son muy trabajadores y muy buena gente”, reconoce Teresa Pérez. En la misma línea, se pronunciaba Jorge González. “Comercialmente, el barrio funciona. Tenemos grandes superficies, pero el pequeño comercio pervive y es solidario. En una gran superficie vas a la caja y pagas. Si no tienes, no compras, pero en el comercio del barrio, te fían, te ayudan, te dejan pagar por quincena o por mes”, dice.

Entre los solidarios, José Ramírez, responsable del Covirán de la calle Santa María del Valle. “Lleva muchos años y conoce a la clientela. Sabe de quién se puede fiar”, dice Jorge González.

En la misma acera tiene su negocio José García, la papelería y administración ‘Rayo’. Lleva con su negocio desde septiembre de 1975. “El permiso de apertura del kiosco nos lo tuvo que dar el Ministerio de Vivienda porque el Ayuntamiento aún no había recepcionado las obras del barrio”, recuerda.

Para este vecino, el barrio es “estupendo para vivir, con plazoletas en las que pueden jugar los niños”. En esta línea dice: “No voy a decir que el ambiente recuerda al de un pueblo, pero es muy parecido. Es un barrio cómodo, soleado y con gente muy agradable. No tengo ni una queja al frente de mi negocio. El trato es más de amigos que de clientes”.

También incide en la solidaridad vecinal. “Muchas personas mayores se han tenido que hacer cargo de sus hijos y nietos con pensiones bajas. Se han vivido momentos complicados y todos se han apoyado”, explica.

Con un negocio de material educativo, la cercanía de la Universidad la nota. E igual le ocurre a Antonia Cano, responsable desde hace tres años del kiosco que antes ocupaba ‘Rayo’. Es vecina del barrio desde hace 34 años. En él se crió y en él sigue viviendo. “Soy poligonera total. No cambio este barrio por nada”, dice entre risas.

También lo reconoce José García: “Hay que decir con orgullo que eres del Polígono del Valle. Quien lo dice en plan despectivo es porque no conoce este barrio”.

Antonia Cano reconoce que el negocio va bien. “La gente se vuelca en comprar en el barrio, especialmente los mayores. Los vecinos se dejan el dinero en el barrio. Conoces a todo el mundo porque has ido viendo cómo van pasando las generaciones”, explica la kiosquera. Y entre sus clientes, los universitarios. “La Universidad ha dado vida al barrio. El viernes por la tarde el barrio se para sin ellos. Entre semana, se nota mucho la afluencia. Hay muchos pisos con estudiantes y eso rejuvenece el barrio”, reconoce Cano.

Madre de un hijo de 17 años, reconoce que éste “está a gusto en el barrio, pero como todos los jóvenes, busca salir de Jaén”.

Para esta vecina es “el mejor barrio de Jaén” porque “como en todos sitios, hay vecinos de todo tipo, pero lo más importante es que todos son buenas personas” y porque “el barrio tiene mucha amplitud y luminosidad en sus calles y te permite convivir con los vecinos a diario”.

El paso de peatones de la calle Santa María del Valle, el que separa sendos negocios, es uno de los más peligrosos y de los más transitados. Presenta un socavón que ha provocado caídas y daños en los vehículos. “Hace días arreglaron el alcantarillado y no han sido capaces de tapar el agujero”, reconocía Jorge González.

La Fundación Don Bosco ha tenido mucho que ver en escribir la historia del barrio, desde la parroquia hasta el equipo de profesionales que forma a jóvenes inmigrantes en riesgo de exclusión social. La ‘zona de los locales’, donde se ubican, ha sido señalada como uno de los espacios a recuperar para el ocio de los vecinos. La Olla Comunitaria, instalada en este mismo espacio, es ejemplo de solidaridad, pues desde allí trabajan las voluntarias que preparan comida para las familias necesitadas.

“La fama que tiene el barrio no es justa”, dice Mª Eugenia Ruiz, una vecina “adoptada”. Llegó como universitaria, como estudiante de Trabajo Social, y ya son diez los años que lleva viviendo en el Polígono del Valle, donde ahora trabaja.  “Vine a estudiar y siempre he vivido en el Polígono. Es uno de los barrios que más me gusta. Lo elegí por la cercanía a la Universidad, pero cuando comencé a conocer a los vecinos y vi su sencillez y humildad, me gustó. El ambiente universitario se nota en el Polígono”, afirma.

Reconoce que encontró el mismo ambiente que en su pueblo. “Los vecinos son personas abiertas, que te dan los buenos días, que te saludan cada vez que te ven. Me siento parte del barrio”, agradece.

Tiene pocos ‘peros’ para el Polígono del Valle. Sólo señala que “a veces está un poco sucio”, reconociendo que es “culpa de todos”. Y es que el Polígono del Valle no es un barrio sucio. Ayer, había un operario en el Sector II con una máquina barredora y el asfaltado de las calles de las casas de la barriada ‘Sagrada Familia’ fueron baldeadas con un camión. El distrito El Valle muestra así dos imágenes, la de un barrio popular, del que presume todo el que nació en él; y el de zonas residenciales como las de Sagrada Familia, más nueva y cuidada.

“La fama que tiene el barrio no es justa. Tengo un trabajo que hace que salga tarde y en este barrio no me siento insegura. Sientes que alguien te va a cuidar si pasa algo y para mi es importante”, dice Mª Eugenia Ruiz.

La zona de las ’60 viviendas’ es señalada por los residentes como una de las “más conflictivas” y reclaman más presencia policial para garantizar la seguridad. Otros vecinos como Francisco Cañas, residente desde hace 42 años en las viviendas del sector II, explican que el barrio tiene un grave problema y se refiere al “tráfico de drogas, a plena luz del día, a vistas de todos”, señalando plazas “complicadas” para transitar. A pesar de todo, reconoce que es “un barrio bueno, con buenos vecinos, con mucha luz y cómodo”.

El lamentable estado del asfaltado del barrio es una lacra, vergüenza de quienes tienen que acceder a Tráfico, a Cruz Roja, al ambulatorio…Al lado de éste, la estructura de lo que iba a ser la guardería, también imagen del abandono que ha padecido el Polígono durante años.

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