Los secuestradores se hicieron pasar por policías para abordar al joven en la carretera M-23. Iban en un coche con una luz de emergencia azul, similar a la que utilizan los policías, le dijeron que detuviera el coche en el que iba, que les acompañara y le colocaron unas esposas antes de meterle en su coche policial.
En la operación han participado agentes de la Policía Nacional y la Guardia Civil, que comenzaron a investigar los hechos después de que el padre del joven de 23 años denunciara el pasado viernes la desaparición de su hijo.
El joven había abandonado la casa de sus padres sobre las nueve de esa mañana para dirigirse a la oficina de la empresa familiar en la que trabajaba.
Minutos después, su padre intentó contactar con él por teléfono y no lo consiguió, por lo que decidió realizar el trayecto que debería de haber hecho su hijo para llegar hasta la oficina.
Al efectuar el recorrido, sobre las diez y media de la mañana, encontró abandonado su vehículo, que además tenía las luces de emergencia activadas, las ventanillas bajadas y las llaves dentro. Media hora más tarde, el hijo le llamó por teléfono y le dijo: “Papá ha pasado algo muy feo”.
Después de esas breves palabras del niño, se puso al móvil un hombre que le espetó: “Si quiere volver a ver a su hijo prepare un millón de euros”.