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El Puerto

‘Sin techos’ a las mismas puertas del Ayuntamiento

Refleja la inmundicia colectiva de un mal, de una necesidad y sobre todo de una solución que nadie parece querer arreglar y mucho menos ver

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  • Sin techos -

Vivir y dormir entre cartones es un sino tan denigrante como real, una invisibilidad social, molesta y marginal para unos y otros con la que nadie dice sentirse realizado. Es un estar sin ser. No hay que irse demasiado lejos para encontrar tal penosa imagen, no hay que adentrarse en El Puerto más profundo ni en barrios problemáticos. No hace falta ni que sea de noche.

A las mismas puertas del Ayuntamiento portuense y justo al lado del busto del dramaturgo Pedro Muñoz Seca y en plena plaza de Isaac Peral, se cobija entre la indiferencia generalizada, personas que han elegido tan histórico lugar para dormitar.

Una venganza, la de don Mendo, para los llamados ‘sin techos’, que forman ya parte del paisajístico del centro urbano y que atrae la mirada preocupante de los viandantes, ante tal cruda estampa.

Una que aún es más dramática y más vacía en sus reclamas y lejos de asociaciones o colectivos que manifiestan agrupados, la falta de recursos o la dificultad de tener o mantener una vivienda. Estos, por no tener, no tienen ni voz ni casa. Nada.

Es una existencia incómoda de sobrellevar ante el reflejo del fracaso como sociedad a la vista de todos.  Los ‘sin techos’ son el último escalón social y la última etapa para el que ya no posee nada más que unos tristes cartones.
Personas que además de su exclusión vital acarrean la incomprensión de los que en su gran mayoría acumulan problemas mentales y adicciones de drogas o alcohol que arrastran durante años.

A vista de todos
Las condiciones diarias con las que se maneja la situación son complejas de atajar y difíciles de solucionar, ante la complejidad de hallar un resultado que satisfaga a todas las partes.  Al igual que en Peral, otros lugares, menos a la vista de todos, también son utilizados por los sin hogar. Casapuertas, entidades bancarias o jardines son dormitorios improvisados para estos.

En frente del Ayuntamiento, en la Casa del Pueblo, se refleja la inmundicia colectiva de un mal, de una necesidad y sobre todo de una solución que nadie parece querer arreglar y mucho menos ver.

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