El juez de Instrucción número 2 de Sevilla ha procesado a los tres hombres que permanecen encarcelados en relación al crimen del hombre que desapareció el día 5 de julio de 2016 en la barriada de Rochelambert, y cuyo cuerpo fue encontrado totalmente calcinado la noche del 9 de julio en el interior del maletero de su propio coche en un paraje de Alcalá de Guadaíra.
En un auto, al que ha tenido acceso Europa Press, el juez Carlos Mahón procesa a F.J.A.P., M.B.V. y M.A.P. por los presuntos delitos de detención ilegal, asesinato y robo con violencia en grado de tentativa y les impone una fianza de 150.000 euros para garantizar las responsabilidades pecuniarias que en su día pudieran acordarse.
El magistrado relata que la víctima, Joaquín Gómez Borrallo, de 62 años, realizaba trabajos como gestor al acusado F.J.A.P., el cual regentaba un taller de motos en la capital hispalense, aunque también mantenían otro tipo de vínculos "al parecer de origen no muy legal, a consecuencia de los cuales" la víctima le adeudaba una "importante" cantidad de dinero.
Así, el juez indica en este auto consultado por Europa Press que este acusado "presionaba" a Joaquín para que le devolviera el dinero adeudado, por lo que el fallecido, "de manera desesperada", trató de buscar dinero para saldar la deuda, aunque sin suerte.
"A la vista de que no pudo hacer efectivo su crédito por las buenas", el acusado "decidió utilizar violencia para obligarle a pagar su deuda", de forma que, "previo concierto" con los otros dos imputados, quedó con Joaquín el 5 de julio de 2016 en las inmediaciones del taller de motos que regentaba para tratar de arreglar la situación creada a consecuencia del impago de la deuda.
Una vez contactaron, el acusado F.J.A.P. se llevó a Joaquín a su domicilio, donde, "con la colaboración" de los otros dos encausados, "lo retuvieron contra su voluntad, llegando a agredirle de manera continuada, así como a atarlo a una silla y a ponerle un precinto en la boca para que no gritara", para lo que usaron unas bridas y unas cintas que adquirieron previamente en un bazar.
El juez agrega que, estando en la vivienda y viendo que Joaquín no podía solucionar el problema del pago de la deuda, "decidieron quitarle la tarjeta de crédito y obligarle a que les facilitase su número de pin, con el fin de poder hacer reintegros de dinero", y de esta manera tratar de cobrar el crédito.
Sobre las 18,15 horas del 5 de julio, uno de los acusados se quedó custodiando a Joaquín en la casa mientras los otros dos procesados se acercaron con la tarjeta de crédito a un cajero donde trataron de realizar dos extracciones que resultaron "infructuosas", ya que utilizaron un código pin incorrecto.
LE GOLPEARON CON UN HACHA EN LA CABEZA
En este punto, el juez expone que, a la vista de ello, regresaron al domicilio y, después de agredir nuevamente al gestor, obtuvieron el código pin correcto de la tarjeta de crédito, de forma que, sobre las 18,29 horas, se acercaron a otro cajero automático e intentaron realizar cinco extracciones, aunque no lo consiguieron debido a que el saldo de la cuenta corriente era insuficiente.
"Ante el fallido intento de saldar la deuda", estos dos acusados regresaron al inmueble, lugar donde los tres investigados "comenzaron a golpear de manera indiscriminada" a Joaquín, que permanecía atado a la silla y "sin posibilidad alguna de defensa", hasta que en una de las acometidas le golpearon con un hacha en la cabeza, produciéndole la muerte.
El juez relata que, posteriormente, los tres acusados mantuvieron una conversación "en la cual trataban de buscar una solución para ocultar el cadáver", llegando a la conclusión de que "lo mejor era esconder el cuerpo en el vehículo propiedad del propio Joaquín y, después, prender fuego a ambos".
"De acuerdo con el plan urdido entre los tres", una vez localizaron el vehículo propiedad del fallecido, que estaba en las inmediaciones del taller de motos, lo aparcaron en las cercanías del domicilio y, a continuación, lo introdujeron en el interior de la cochera de la vivienda, lugar donde guardaron el cadáver en el maletero.
Según el magistrado, y "en ejecución de dicho plan preconcebido", uno de los acusados condujo el coche del gestor, en cuyo interior estaba oculto el cadáver, hasta una zona "recóndita" de Alcalá de Guadaíra cercana a la conocida barriada de La Liebre.
LIMPIEZA CON LEJÍA DEL LUGAR DEL CRIMEN
Una vez elegido el lugar, y según el auto, los acusados prendieron fuego al coche de Joaquín con su cadáver en el interior, marchándose a continuación en una motocicleta, de forma que, tras hacer desaparecer el cuerpo, realizaron una limpieza "total" de la vivienda, "utilizando lejía en grandes cantidades con la única intención de eliminar cualquier tipo de vestigio de prueba que pudiera relacionar al propietario de la casa con la muerte de Joaquín".
El juez concluye afirmando que, "con la misma finalidad de ocultar pruebas", el acusado F.J.A.P. le entregó a M.B.V. el hacha "con la que causaron la muerte" al gestor y dos teléfonos propiedad del finado, que este último procesado vendió posteriormente a terceras personas.