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Jerez

“Pueden copiar la idea o el dibujo, pero la personalidad no se puede”

Este sastre jerezano de 83 años de edad, ha visto cumplido el sueño de editar un libro dedicado al Traje Corto, en el que rememora su trayectoria profesional

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  • “Tengo un traje muy especial. Mi mujer lo estaba realizando cuando falleció”

Sastre de profesión desde los 16 años y reconocido a nivel internacional. Antolín Díaz Salazar, el maestro del traje corto, ha vestido a los mejores profesionales del mundo del toreo y la hípica. A sus 83 años, ya jubilado, presentó ayer su nuevo libro, El traje corto,  donde cuenta la historia de su vida entre bocetos y fotografías de sus trabajos.

“Hay muchos años de mi vida puestos ahí. Tengo el libro en mente desde los 55”

Una vida dedica a la sastrería, ¿cómo fueron sus inicios? ¿siempre se dedicó al traje corto?
—Yo entré a trabajar con 16 años en una sastrería de un tío mío, que se llamaba también Antolín. Empecé de aprendiz y con 23 años me establecí, al  volver  del servicio militar, en la plaza Esteve. Desde entonces, he estado ya trabajando de manera particular. En lo que se refiere a traje corto, yo he sido autodidacta, porque he tenido que aprender yo sólo, revisando trajes, fotosm leyendo. Mi tío era sastre pero de ropa normal. Yo veía que la confección se comía al sastre. Yo era joven, tenía una visión a largo plazo de lo que era la sastrería y sabía que cómo no me especializara en algo, iba a fracasar. Por ello, me dediqué al traje corto, que era lo que a mí me gustaba.

¿Cree usted que terminará desapareciendo el trabajo de sastre tradicional?
—Yo no sólo me considero sastre, sino también artesano. Yo soy capaz de sentarme y hacer una chaqueta. Hoy en día la cosa no funciona así, lo que hay es una confección de un traje que ya está medio hecho, y a partir de ese, te hacen el traje. Yo hago un traje, lo corto delante tuyo  a tus propias medidas, y el que le queda bien a una persona no le queda bien a otra, aunque tenga las mismas medidas porque cada persona tiene unas características de cuerpo diferentes.

¿Cómo se toma que  sus hijos no sigan con el negocio?
—Me lo tomo bien porque hemos vivido épocas diferentes. Yo quería estudiar comercio, pero tenía que ayudar económicamente a mis padres. Mis hijos sí han podido estudiar una carrera y no han tenido que ayudar. Yo he llegado a trabajar 15 horas diarias. Yo te digo que con la edad que tengo -va a cumplir 84 años-  no sé lo que son tres días seguidos de vacaciones.

Y cuando ya se jubila y puede descansar, comienza a escribir un libro. ¿Qué le motivó a ello?
—Esto ya es como un vicio. Yo estoy sentado en una silla y me pregunto, ¿qué hago aquí? Y me levanto y me pongo a hacer dibujos, bocetos... Me pongo a pensar en un futuro porque tengo la cabeza cuerda. El libro lo tengo yo en mente desde que tengo 55  años. A lo que me he dedicado todos estos años es a acumular datos, fotografías, bocetos, dibujos y ahora que estoy un poco más tranquilo, es la ocasión. He hecho ya muchas cosas como  por  ejemplo, cuatro pases de modelo con mi bolsillo, pero es algo efímero. Te pasas seis meses trabajando en él y luego en dos o tres horas, pasa el desfile y se acaba todo. También tengo un museo, con muchos de mis diseños expuestos. Sin embargo, el libro es algo que quedará para siempre.Va dirigido al público en general, pero la idea es a los que son amantes del caballo, del toro y del baile.

Y,  ¿qué es lo que explica el libro? ¿Piensa ya en una segunda edición?
—El libro tiene más de 300 fotografías, y sin embargo, tiene en torno a 250 páginas. En ellas yo explico qué es una chaquetilla corta, un enganche... Hay muchos años de mi vida puestos ahí. Terminará siendo un libro de consulta para sastres que comprarán el libro e intentarán hacer mis diseños. Pero a mí no me importa, copiar es una cosa y hacerlo es otra. Pueden copiar la idea o el dibujo, pero la personalidad es algo que no se puede copiar.Tengo la vista estropeada después de tantos años trabajando con luz artificial, pero la mente no me falla, así que, sí es posible que escriba un segundo libro que se complemente con este primero.

Nos ha hablado antes de su museo. Supongo que cada traje que allí  se encuentra, encierra una historia.
—Así es. Está el traje que llevaron los jinetes del coche de caballos de la boda de la infanta Elena. Hay muchos trajes, pero tengo uno muy especial. Mi mujer lo estaba realizando cuando falleció. No he dejado que nadie lo acabe.

Tiene numerosos clientes en el ámbito nacional, tendrá muchas anécdotas que contar con personas conocidas.
—Tengo clientes en Italia, Alemania, Chile, en Méjico, en Inglaterra. Yo soy un sastre, sin ánimo de presumir, prácticamente internacional. A mi casa han venido los mejores profesionales que han podido existir. Yo no necesito el nombre de ellos para crecer, a mi me conocen de toda la vida. Anécdotas tengo para escribir un libro. Una vez, vino un conocido torero a hacerse un traje, le tomé las medidas y me dijo: “Esta es mi dirección, cuando estén los trajes listos, me los mandas”. Y yo le contesté: “Escúchame un momento. A las cinco en punto, que es a la hora de las corridas, te pongo un telegrama, te mando cinco toros Mihura, le cortas las dos orejas y me las mandas”. Y él me miró y me dijo: “¿Cuando tengo que venir a probarme?”. Lo cogió al vuelo. “Si los trajes de ustedes es como el pellejo de vuestro cuerpo, ¿cómo te voy a hacer un traje sin probártelo?”, le  contesté.

Uno de sus clientes con quien mantiene una estrecha relación es la Real Escuela Ecuestre de Arte de Jerez. ¿Qué tiene de especial esa relación?
—Soy sastre de la Real Escuela de Arte Ecuestre de Jerez desde hace 33 años y eso, me ha hecho a mi ser escaparate para muchos clientes extranjeros que cuando veían la ropa preguntaban quién la había hecho. Muchos me encargaban los trajes, y venían al año siguiente a por ellos. Me ha hecho crecer mucho a nivel profesional. Ayer presenté en las instalaciones del Museo del Enganche mi nuevo libro. Acudieron más de 500 personas, entre ellos, gente conocida y selecta, e incluso del mundo del toreo. Tengo una estrecha relación con la Escuela.

¿Cree usted que le queda mucho por aprender­?
—Aprender se aprende siempre, del más humilde se aprende si tu sabes escuchar. El problema que hay hoy en día es que la gente te pide que le enseñes y luego trata de explicarte cómo lo hacen ellos. Sin embargo, otros vienen con humildad y al final, acabas aprendiendo tú de ellos.Nunca te puedes creer que estás en lo alto de la montaña, porque siempre hay alguien que es mejor que tú. En la profesión nunca se deja de aprender si eres una persona que tienes interés.

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