La canciller alemana, Angela Merkel, criticó hoy el veto temporal impuesto por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a la entrada en el país de ciudadanos de varios países de mayoría musulmana, mientras se generaliza en Berlín el rechazo a la política migratoria de la Casa Blanca.
Merkel "está convencida de que la guerra decidida contra el terrorismo no justifica que se coloque bajo sospecha generalizada a personas en función de una determinada procedencia o religión", declaró el portavoz del Gobierno alemán, Steffen Seibert.
El Ejecutivo de Berlín "estudiará ahora qué consecuencias tienen esas medidas para ciudadanos alemanes con doble nacionalidad", prosiguió el portavoz, según el cual la propia Merkel expresó esa posición a Trump en la conversación mantenida ayer por los dos líderes.
El veto a ciudadanos de varios países de mayoría musulmana afectará, según el semanario "Der Spiegel", al vicepresidente del grupo de diputados atlantistas del Bundestag (Parlamento federal), de origen iraní, Omig Nouripour.
Diputado y miembro del partido Los Verdes, Nouripour está entre las decenas de miles de alemanes con doble nacionalidad que, de acuerdo a ese decreto, no podrían viajar temporalmente a Estados Unidos.
Esa formación, así como La Izquierda, los dos partidos de la oposición parlamentaria alemana, mostraron su rechazo tanto a esa norma como al muro que ha prometido construir Trump en la frontera con México.
El expresidente del Parlamento Europeo Martin Schulz, designado hoy candidato socialdemócrata a las próximas elecciones generales alemanas, dijo que Trump había roto con ambas medidas "un tabú" y advirtió de que ello pesará sobre las relaciones transatlánticas, puntal tradicional de la política exterior alemana.
La declaración hoy del portavoz de Merkel siguió al comunicado consensuado emitido ayer por Berlín y Washington al término de la conversación telefónica, en el que se destacaba la "importancia fundamental" que ambos dan a la OTAN y al eje transatlántico.
En el texto se mencionaban diversas cuestiones que trataron Trump y Merkel, como la situación en Oriente Medio, el norte de África, las relaciones con Rusia y el conflicto ucraniano, así como su determinación a cooperar más estrechamente en la lucha contra el terrorismo internacional.
Se destacaba, además, la invitación de Merkel a Trump a asistir a la cumbre del G20, que se celebrará el próximo mes de julio en Hamburgo, y la cursada por el presidente estadounidense a la canciller para visitar Washington, sin concretarse una fecha.
El comunicado consensuado no contenía alusión alguna al decreto dictado ese mismo día por Trump y relativo a los ciudadanos de varios países de mayoría musulmana ni tampoco a la política migratoria.
Pocos días antes de asumir el cargo de presidente, Trump había tachado de "error catastrófico" la política de refugiados de la canciller, en una entrevista al diario alemán "Bild", donde asimismo calificó a la OTAN de organización "obsoleta".
Al margen del veto temporal dictado ayer en EEUU, en Berlín se han sucedido las críticas estos días al propósito de Trump de construir un muro fronterizo con México, cuestión que en la capital alemana remite a la división que partió la ciudad durante décadas en la Guerra Fría.
"Berlín, la ciudad de la división europea, de la libertad europea, no puede permanecer en silencio mientras otro país planea edificar otro muro. Los berlineses sabemos mejor que nadie cuánto dolor provoca una división cimentada por un muro y alambradas", apuntó el alcalde-gobernador de la capital, Michael Müller.
La caída del Muro de Berín en 1989 fue un "momento estelar" en la historia del siglo XX, dijo Müller, quien instó a Trump a recordar la frase histórica pronunciada en 1987 por uno de sus antecesores, Ronald Reagan, ante la Puerta de Brandeburgo, cuando pidió al presidente soviético, Mijaíl Gorbachov, que echara abajo el muro.