En octubre cumplirá los 30 pero el malagueño José Antonio Robles ya puede presumir de conocer a conciencia los rincones más hermosos de la provincia, aunque no todos. Este domingo cumplirá el reto que se marcó hace casi un año: recorrer los 103 municipios de Málaga a bordo de una Vespa, “de mi tío, que ha estado toda la vida en mi casa y que yo mismo restauré hace cinco años”. Con 83 pueblos a su espalda ya, este fin de semana se quitará la espinita de la serranía de Ronda, “es una carretera a la que tengo mucho respeto”, admite, y con el pueblo pitufo, Júzcar.
Ha sido toda una aventura que decidió hacer en solitario, uniendo sus dos grandes pasiones, “la moto y mi tierra”, aunque asegura que volverá a cada uno de los sitios por los que ha pasado con la familia y amigos. Descubrir la grandeza de los rincones que tenemos a la vuelta de la esquina es la filosofía de este proyecto que plasma a través de la página de Facebook ‘La Vespa de los Pueblos’, donde sube imágenes del vehículo en enclaves como el Castillo de la Estrella de Teba, las fuentes más pintorescas de Cútar, uno de los pueblos blancos de la Axarquía, o junto al monolito que da la bienvenida a Mollina, tierra de vinos, en la comarca de Antequera. “Muchos malagueños no conocen los tesoros que tenemos, es una pena que no sepamos aprovecharlo”, lamenta, destacando espacios como el Caminito del Rey, la sierra de Mijas desde Benalmádena pueblo o la empinada Frigiliana, como algunos de los parajes que más le han marcado.
En sus días libres, planifica la ruta, la distancia y con el depósito lleno se echa a la carretera y visita, como si de un turista se tratase, los enclaves más emblemáticos. Toda una experiencia vital en la que ha conocido mucha gente. “Está siendo lo mejor del viaje, me paro en las plazas, me tomo un café, me siento a charlar con los mayores, pruebo los platos más típicos”, explica. No todo ha sido un camino de rosas, también ha habido momentos duros, que confiesa ya a toro pasado y rozando ya el final del trayecto. “He pasado bastante miedo en alguna carretera de pueblo, alguna vez me he quedado sin gasolina, me he perdido aún teniendo gps o me he quedado sin batería cuando he llegado a un pueblo y he tenido que volver de nuevo para inmortalizarlo”, admite.
De la experiencia se queda, más allá de paisajes que apabullan a los más urbanitas malaguitas, con “la hospitalidad de las personas de los pueblos, es maravillosa”, asegura. Muchos de sus cómplices en este viaje han sido mayores, con quienes ha compartido charlas, confidencias y recuerdos de cada lugar. Para ellos especialmente, el joven tiene pensado editar una guía que recoja su periplo por los pueblos malagueños con quienes “me siento en deuda”. Cuando vea la luz “volveré para entregarles una”, promete.
Esta nostálgica moto, que volvió a ponerse de moda hace unos años, atesora ya más de 30.000 kilómetros, muchos de ellos por suelo malagueño. Gibraltar es el lugar más lejano al que ha llegado. De momento, porque por la cabeza de Robles ya planea la próxima aventura, “recorrer Italia”. Un malagueño explorando la cuna del Humanismo y el país de la pizza. Da, a buen seguro, para una segunda parte.