La fosa común del Cementerio de San Fernando reunió este lunes a varias decenas de personas que asistieron al acto de homenaje a las personas que fueron fusiladas durante la Guerra Civil de 1936, que se inició precisamente un 18 de julio de hace ahora 80 años. La iniciativa ha sido organizada por la Asociación de la Recuperación de la Memoria Democrática, Social y Política de San Fernando (Amere).
"Todavía este país tiene esa herida sangrando y supurando".La lectura de un manifiesto a cargo de Francisco Valverde, hijo de fusilado en aquella época, fue el inicio de un homenaje que contó también con la lectura de poesías y, finalmente, con una ofrenda floral y un respetuoso minuto de silencio.
Juan Manuel Fernández Roldán, presidente de Amere, indicaba que con este acto lo que se pretende es “hacer un homenaje a todos los fusilados en esa larga trayectoria de asesinatos que empezó el 18 de julio de 1936 y terminó a finales de 1975, ya que estando el dictador todavía medio moribundo se seguía fusilando y matando gente. En el caso de esta fosa común en el Cementerio de San Fernando, también conocida como terror caliente, se produjeron ejecuciones desde el 18 de julio de 1936 hasta finales de 1939 principios de 1940”.
“Estamos ante un grito de protesta porque todavía esta sociedad, este Estado y sus instituciones no se han arrepentido de una forma clara de lo sucedido, al igual que la Iglesia, el Ejército, los bancos y los capitalistas que sostuvieron esa Guerra Civil. Todavía este país tiene esa herida sangrando y supurando”.
Por su parte, Francisco Valverde, hijo de fusilado y encargado de leer el manifiesto, señaló al concluir el acto que “he querido honrar a mi padre, ya que he tenido la suerte de llegar a los 80 años para hacerlo. Yo tenía nueve meses cuando mi padre fue fusilado, era un hombre humilde que vino de Paterna, se enamoró de mi madre y se quedó aquí. Algo raro diría que en aquel momento causó envidia y lo asesinaron vilmente en septiembre de 1936. Dejó a mi madre con mi hermana en el vientre y conmigo, y menos mal que estuvo mi tía para que pudiésemos seguir viviendo”.
Valverde entiende que “este acto debe ser el primero de tantos que se deben hacer hasta que se reconozcan a las víctimas por parte del Ejército y el Estado Español. Esto no se debe olvidar y no puede suceder más”.