Si la alcaldesa de San Fernando y el PSOE local querían potenciar la participación ciudadana, lo han conseguido aunque no de la forma esperada. Eso es, que participación hay, pero también un enfrentamiento -no debate porque se limita al insulto por regla general- entre los que están de acuerdo con que los perros tengan un lugar en la playa y los que se oponen frontalmente a ello. Sin contar con que todavía no se cuenta con el permiso de la Consejería de Salud.
Analizando la situación de las playas de perros andaluzas y las pioneras -por no hablar de otras regiones en las que los criterios de Salud pueden aplicarse de forma distinta- aquellas playas en las que pueden entrar los perros suelen ser, a tenor de las quejas de los propietarios de canes, playas de mala calidad, con poca arena y muchas piedras.
Eso, que se convierte en quejas de los propietarios, es precisamente el alma mater del proyecto, porque la normativa a la que se agarra el Ayuntamiento de San Fernando para intentar conseguir el permiso -si realmente lo quiere- es que la zona no esté habilitada para el baño. Norma que igual no es lo mismo que inhabilitarla para el baño.
Los que han visto la película El hombre que pudo reinar recordarán aquel conflicto que tenían las tribus que se asentaban a lo largo del río y que no era otro que sus vecinos de más arriba se meaban en las aguas y los que estaban más abajo recibían los orines mezclados en el líquido elemento.
Evidentemente, acotar una zona no apta para el baño en una playa apta para el baño debería tener en cuenta el movimiento de las mareas y de las corrientes, pero en el caso de Camposoto y al estar entre los dos búnqueres, los de un lado o los de otro se quejarán de que les llega el meado de los del otro extremo.
Esa explicación que pretende ser gráfica aunque un tanto escatológica es la que hace que la normativa exija que la playa no sea apta para el baño, que posiblemente -doctores tiene la iglesia e interpretaciones siempre interesadas- no se trate de cortar un trozo de playa e inhabilitarla como ha hecho el Ayuntamiento un un tanto salomónicamente, sino que se refiera al uso de playas como las que motivan las protestas de los vecinos de Málaga.
La diferencia puede estar en si a lo que está contestando el Ayuntamiento -o el PSOE que es el que lo lleva en su programa electoral- es a que los dueños de perros puedan ir a la playa (aquí a la playa es Camposoto) con sus mascotas o que las mascotas puedan ir a la playa, que pueda parecer igual pero no es lo mismo.
Y no es lo mismo porque en La Isla sí hay playas que no aptas para el baño -aunque cada uno se puede bañar donde quiera- pero sí son aptas para que los perros (y las perras) puedan hacer todo lo que sus dueños quieren que hagan en Camposoto.
Esto esto es, jugar en la arena, recoger la pelotita, pelearse con el perro del vecino de turno y hacer sus necesidades sin que le llegue al vecino de al lado. Gran problema sobre el que se tiene que retratar la Consejería de Salud de la Junta.
¿Cuál es esa playa? Punta Cantera. Y la idea la ha dado un lector de andaluciainformacion.es en un comentario, que una vez cotejada con los problemas encontrados en otras latitudes, se adapta a lo que quieren los dueños de los perros. Pensando bien, que sus perros disfruten.
Punta Cantera tiene más espacio que el que va a destinar el Ayuntamiento en Camposoto, mejor acceso, aparcamientos públicos y ninguna complicación de las muchas que se encuentran en Camposoto.
Eso sí, el Ayuntamiento tiene que invertir en mejorar la zona y poner en marcha los servicios pertinentes para que no lleguen quejas de las 'tribus' de Puerto Real y Cádiz, que el agua da muchas vueltas y contar, obviamente, con el permiso de Costas. Que es la que manda en La Isla.