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El Puerto

Una joven viticultora de El Puerto, finalista del III Premio de Jóvenes Agricultores

Rocío Áspera ha quedado entre los diez finalistas del III Premio Nacional Joven Agricultor Innovador que otorga cada año Asaja-Nacional con el proyecto 'Compromiso con la ecología y con la tierra', que ha competido con más de 80 trabajos de toda España en los que los jóvenes de Asaja

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La joven agricultora de El Puerto de Santa María, Rocío Áspera, ha quedado entre los diez finalistas del III Premio Nacional Joven Agricultor Innovador que otorga cada año Asaja-Nacional con el proyecto 'Compromiso con la ecología y con la tierra', que ha competido con más de 80 trabajos de toda España en los que los jóvenes de Asaja han mostrado iniciativas imaginativas que aportan valor añadido a los productos.

Según ha indicado Asaja en una nota, los galardones, incluido el de la finalista de Cádiz, han sido entregados por la ministra de Agricultura en funciones, Isabel García Tejerina, con la presencia del presidente de Asaja-Nacional, Pedro Barato, y la presidenta de Asaja-Joven, Paola del Castillo, también asociada de Asaja-Cádiz.

El proyecto de Rocío Áspera, licenciada en Ciencias Empresariales y máster en Vitivinicultura de Climas Cálidos de la Universidad de Cádiz, consiste la producción de vino ecológico, rescatando métodos tradicionales. El respeto a la tierra y al medio ambiente han marcado el trabajo de esta agricultora para conseguir dos vinos que están siendo muy bien acogidos por el mercado, Forlong Blanco y Forlong Tintilla, convirtiéndose en la primera viña en ecológico del término municipal de El Puerto de Santa María.

Sus vinos cumplen en el viñedo, en el proceso industrial y en el embotellado los parámetros de vinos ecológicos y, de hecho, tienen la certificación del CAEE. Esta apuesta aprovecha un nicho de mercado menos agotado que el convencional.

Según ha explicado, Saja, entre las muchas labores que realizan, basan gran parte del rendimiento en el mantenimiento de una cubierta vegetal que nutre al suelo, que se convierte en refugio de insectos predadores de las plagas que afectan a las vides, consigue que no se evapore la humedad del suelo y crea una competencia natural con las vides que las hace producir menos cantidad de grano pero con mayor calidad, color y presencia.

Además, no queman los sarmientos, sino que los trituran y los incorporan al suelo y reutilizan los restos de vendimia para compostaje. Asimismo, en la finca también hacen suelta controlada de depredadores de insectos como lucha natural contra aquellos que pueden dañar las uvas.

Por su parte, la vendimia también se hace de forma tradicional, con recogida a mano para preservan la integridad de la uva. Además, la particularidad e innovación, que ya está asentada en muchos puntos de España, es que se hace nocturna, para conseguir que la uva entre en bodega a menos grados.

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