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Bares cofrades en Málaga: los templos del sabor a Cuaresma

Vivir con intensidad el fervor cofrade sin otear en directo un desfile procesional es una experiencia singular para los amantes de la Semana Santa. Cirios, estandartes, imaginería religiosa, y escapularios decoran las paredes de rincones gastronómicos en los que es Cuaresma los 365 días del año.

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  • Entre Varales

vivir con plena intensidad el fervor cofrade sin otear en directo un desfile procesional es una experiencia singular para los amantes de la Semana Santa. Cirios, estandartes, piezas de imaginería religiosa, escapularios, fotografías, objetos litúrgicos decoran las paredes de pequeños rincones gastronómicos en el centro histórico, en los que es Cuaresma los 365 días del año. Son los bares cofrades, puntos de encuentro y conexión con las costumbres y las tradiciones vinculadas con la Pasión de Cristo, y oasis para los paladares más exigentes.

Este auténtico goce para los sentidos, que combina buena cocina y un ambiente plenamente cofrade, se explaya en su máxima expresión en el restaurante Entre Varales, regentado hace poco más de dos años por los hermanos Francisco y Pilar López (devotos de Humildad y Paciencia), y el marido de ella, Miguel Ángel Navarro, el timonel en los fogones y hombre de trono de la cofradía de María Santísima de la O.

Ubicado en la calle Nosquera y frente a la iglesia de San Julián, que alberga la Agrupación de Cofradías de Semana Santa de Málaga, este bar se convierte en “la casa” de todos los cofrades, apunta Francisco López. Cada una de las cuarenta y cinco hermandades malagueñas tienen su hueco en este local del centro histórico, que ofrece una carta que cada día gana más adeptos. Hacen gala de su plato de referencia, el atún rojo de Barbate en manteca blanca, que prepara las celestiales manos de Miguel Ángel Navarro. La gastronomía local y netamente “familiar” cobra protagonismo en el guiso de jabalí de los Montes de Málaga sobre tostas, el capirote de pescaito, el bacalao trinitario, acompañado con salsa de tomate y gratinado con alioli, o el pulpo de Nuestra Señora del Carmen.

A muy poca distancia, en la calle Mosquera, se encuentra  la taberna añeja cofrade Las Merchanas. Hace cinco años abrió sus puertas en el local de una antigua carbonería. Traspasar el umbral transporta a la clientela a un espacio “genuino” en el que se puede oír de fondo marchas procesionales, contemplar imágenes características de la Semana de Pasión y visionar vídeos de desfiles procesionales. Esta ambientación de Semana Santa lleva el sello del propietario de Las Merchanas, Pepe Tejón Merchán, cofrade por los cuatro costados que homenajea con este nombre a las mujeres de su casa. 

Hace cinco años que montó el negocio este funcionario, que lo tuvo muy claro y en plena crisis dejó un trabajo seguro para dedicarse a su “gran ilusión”: “Me he criado debajo de un trono y es lo que siempre he querido, tener una taberna  que respire cofradías por todos lados”, explica este hermano de la cofradía del Rocío. “Ahora estoy más cansado y también más contento; es lo que me hace feliz”, agrega.

La comida de este establecimiento es también un homenaje a la cocina malagueña de “toda la vida”. Las croquetas de jamón de la abuela Mari, en recuerdo a la abuela de su mujer, María José es uno de los principales reclamos gastronómicos de Las Merchanas, que acaba de estrenar un nuevo bar muy cerquita, en la calle Andrés Pérez.

En torno a 800 croquetas se cocinan a diario en Las Merchanas, “unas cuarenta masas cada día”, apostilla, es la prueba de su éxito, que también ha sido refrendado hasta por la estrella Michelin Dani García.

Los clientes sienten predilección por platos tradicionales como los flamenquines de jamón y queso y carne, la ensaladilla rusa y los filetitos al jerez. Y también por una amplia selección de montaditos, especialmente el de pringá. “En Málaga está el Museo Thyssen, el Picasso y Las Merchanas”, apunta Tejón acerca de la repercusión de este bar entre los turistas. “La gente nos dice que nuestra taberna aparece recomendada en numerosas páginas web de viajes”, comenta.

Otro rincón cofrade en el centro histórico es el bar Las Cofradías, al lado del aparcamiento de Camas. Manuel Jiménez, su propietario, es hermano de la cofradía del Prendimiento y este local de apenas 40 metros cuadrados es un pequeño museo en torno a la Semana Santa. En la misma puerta, un nazareno de la hermandad de Capuchinos da la bienvenida a una auténtica exposición de piezas en miniatura de los tronos más representativos de nuestra Semana Santa. Cautivo, Expiración, la Virgen de la Paz, el trono de las Penas y la Esperanza embellecen este local, en el que pueden degustarse las típicas torrijas de miel, nazarenos de merengue y chocolate, el potaje cofrade de garbanzos, alubias, morcilla y chorizo y una amplia carta de bocadillos cofrades, como el Hombre de Trono, con carne mechada, o Capataz, de lomo y pimiento. 

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