Un centenar de personas, convocados por la Cumbre Social y los sindicatos CCOO y UGT, se concentraron este lunes en la plaza de la Constitución para mostrar su apoyo a los refugiados de guerra y reclamar una respuesta pacífica a la crisis migratoria de Europa.
Antonio Romero, de Facua y en representación de la Cumbre Social, dejó muy claro dos ideas. La primera, que “no se trata de solidaridad ni de ayudar, es que nosotros, las democracias de Occidente, estamos saqueando el petróleo, desestabilizando la paz y convivencia de determinados países, para disfrutar un petróleo a la mitad del precio de hace diez años, y ese saqueo que estamos ocasionando nosotros, la Europa de Occidente y democrática, tiene como consecuencia los refugiados de guerra, que no llegan a ser más del 20%, ya que más del 8o% siguen siendo refugiados y emigrantes por el hambre”. Por tanto, el acogimiento de refugiados, “es una obligación que tiene Occidente, no un gesto caritativo”.
Y en segundo lugar, destacó que “no se trata de a ver quién gana la guerra, sino de parar la guerra. El camino no puede ser la guerra, el camino tiene que ser la paz, y ningún pretexto nos vale, ni siguiera que haya regímenes dictatoriales. Aunque sea el proceso más lento, tiene que ser pacífico, no puede ser destruir las vidas, porque las bombas las reponen, pero las vidas es imposible reponerlas”.
Por su parte, el secretario provincial de CCOO, Emilio Fernández, explicó que las personas afectadas por estos conflictos “huyen del hambre, huyen de la mafia y huyen de la muerte, y por tanto, Europa no puede ser un muro como el que se está construyendo en Hungría y Austria”.
También pidió a los gobiernos europeos y al español que “no subasten el número de inmigrantes y refugiados que corresponden a cada país”, pues “es inmoral, inhumano e injusto”. Y al gobierno español y andaluz les exigió “el máximo esfuerzo para acoger a los refugiados con dignidad, que se escolarice a los menores, que se garantice la asistencia sanitaria, vivienda y un futuro laboral a estar personas”.
Por último, añadió que “tenemos que evitar que el Mediterráneo sea un vertedero de vidas, porque siempre ha sido un mar de culturas y encuentros”.
