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El Papa alaba el cansancio del sacerdote con "olor a oveja y sonrisa de padre" y pide evitar "caras de vinagre"

Duranta la Misa Crismal, alerta sobre varios tipos de cansancio y dice que ruega "a menudo, especialmente cuando el cansado soy yo"

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  • PAPA -

El Papa ha pedido a los sacerdotes que tengan "olor a oveja y sonrisa de padres", que eviten la "cara de vinagre" además de no ser "pastores aburridos" o que se quejen, durante la Misa Crismal en la que todos los sacerdotes renuevan las promesas sacerdotales de pobreza, castidad y obediencia.

   Durante la misa de Jueves Santo en la basílica del Vaticano, el Papa ha reflexionado sobre el "cansancio de los sacerdotes". "¿Sabéis cuántas veces pienso en esto: en el cansancio de todos vosotros? Pienso mucho y ruego a menudo, especialmente cuando el cansado soy yo", ha observado.

   Con esta ceremonia que marca para los católicos el inicio del Triduo Pasqual que conmemora la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, el Papa ha alertado de varios tipos de cansancio sobre los que ha meditado. Como 'el cansancio de la gente, de las multitudes', que para el Pontífice "es cansancio del bueno, cansancio lleno de frutos y de alegría" que no sucede a los sacerdotes que se esconden "en una oficina" o van por la ciudad "en un coche con los cristales tintados".

   "Es el cansancio del sacerdote con olor a oveja..., pero con sonrisa de papá que contempla a sus hijos o a sus nietos pequeños", ha razonado.

Después ha reflexionado sobre 'el cansancio de los enemigos'. "No sólo se trata de hacer el bien, con toda la fatiga que conlleva, sino que hay que defender al rebaño y defenderse uno mismo contra el mal", ha explicado.

   En este sentido les ha dicho que pidan la gracia de "aprender a neutralizar el mal" que, a su juicio, no consiste en "arrancar la cizaña" o "pretender defender como superhombres lo que sólo el Señor tiene que defender". Así, Francisco ha concluido que esto "ayuda a no bajar los brazos ante la espesura de la iniquidad, ante la burla de los malvados".

   Ha alertado por último a los sacerdotes del 'cansancio de uno mismo', que ha definido como el más "peligroso" de los tres. En este sentido ha explicado que se trata de "la desilusión de uno mismo" o el "coqueteo con la mundanidad espiritual". "Aquí sí puede haber cansancio malo", ha advertido. "Sólo el amor descansa. Lo que no se ama cansa y, a la larga, cansa mal", ha subrayado.

   En este sentido ha dicho que la "clave de la fecundidad sacerdotal" está en el modo en el que se descansa al tiempo que les ha recordado que también ellos son "ovejas" que necesitan un pastor. Además ha reconocido que la tarea de los sacerdotes implica la "capacidad de compasión" porque se viven muchas "emociones" y "afecto" que "fatigan el corazón".

REFLEXIÓN SOBRE EL MODO DE DESCANSAR

   Finalmente, el Pontífice ha planteado varias preguntas a los sacerdotes para que piensen en la manera en que descansan. "¿Sé descansa recibiendo el amor, la gratitud y todo el cariño que me da el pueblo fiel de Dios? O, luego del trabajo pastoral, ¿busco descansos más refinados, no los de los pobres sino los que ofrece el mundo del consumo? ¿El Espíritu Santo es verdaderamente para mí 'descanso en el trabajo' o sólo aquel que me da trabajo? ¿Sé pedir ayuda a algún sacerdote sabio? ¿Sé descansar de mí mismo, de mi auto-exigencia, de mi auto-complacencia, de mi auto-referencialidad?", se ha cuestionado

   "¿Sé conversar con Jesús, con el Padre, con la Virgen y San José, con mis santos protectores amigos para reposarme en sus exigencias --que son suaves y ligeras--, en sus complacencias --a ellos les agrada estar en mi compañía--, en sus intereses y referencias --a ellos sólo les interesa la mayor gloria de Dios--? ¿Sé descansar de mis enemigos bajo la protección del Señor? ¿Argumento y maquino yo sólo, rumiando una y otra vez mi defensa, o me confío al Espíritu que me enseña lo que tengo que decir en cada ocasión? ¿Me preocupo y me angustio excesivamente o, como Pablo, encuentro descanso diciendo: Sé en Quién me he confiado (2 Tm 1,12)?", ha proseguido.

   Durante la solemne misa el Papa ha bendecido los óleos usados para ungir a los que se bautizan, a los que se confirman y para la ordenación sacerdotal.

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