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Los griegos votan entre la esperanza y el recelo por los cambios

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Los griegos votan conscientes de que algo va a cambiar a partir de mañana: unos miran el cambio con recelo y muchos con esperanza, a tenor de las encuestas divulgadas durante la campaña electoral.

Durante el proceso previo a las urnas, el lema de la gubernamental Nueva Democracia ha sido "continuidad o aventura", mientras que el de la izquierdista Syriza fue "esperanza o estancamiento".

Las encuestan daban a Syriza entre el 30 y el 36 por ciento de los votos, mientras que para Nueva Democracia entre el 20 y el 28 por ciento.


Tsipras votó en medio de una multitud de cámaras, sobre todo de medios internacionales, y de simpatizantes, que le jalearon en todo momento con gritos de "Llegó la hora del cambio y de la izquierda" y "Syriza: podemos y venceremos".

"Si le dejan y no le pone la zancadilla el uno por ciento que gobierna este país, Tsipras puede convertirse en la estrella de Grecia y de Europa", comentó una de sus seguidoras que votó en el mismo colegio.

Un jubilado curioso que también quería estar presente en el voto de Tsipras dijo que a él lo que realmente le importaba es que Grecia saliera adelante, pero que veía que este candidato "tenía ojo" para ello.

"Es un buen chico este Tsipras", dijo otro joven que estaba allí.

En cambio, un señor mayor que vio el jaleo de periodistas que estaba montado en el colegio electoral preguntó qué pasaba.

"Viene Tsipras", le contestaron. "¡Oh no!", respondió llevándose las manos a la cabeza.

Un taxista, sin revelar a quién había votado, dijo con tono de recelo que a partir de mañana habrá muchos cambios. "Este país tiene muchos problemas", afirmó.

Samarás votó en su circunscripción electoral, en la localidad de localidad de Pilos, en el sur del Peloponeso, a 300 kilómetros de Atenas y a primera hora de la mañana, para luego trasladarse a la capital para seguir el desarrollo de la jornada electoral.

Cerca de la plaza Omonia, los puestos vendían kulure (un pan con harina de trigo cubierto de sésamo), la gente tomaba café tranquilamente en la terraza y un nutrido grupo de ciclistas desafiaba al tráfico.

Allí, Dora, de 60 años, explicó que había votado "para que salga la luz". "Ahora somos casi inexistentes. Toda Grecia está al borde del suicidio. Yo voto desde siempre al mismo partido y esperaba este momento", agregó.

"Estoy muy contenta de haber vivido para ver lo que pasará hoy", dijo.

Manos (60 años), que tomaba café con ella, afirmó que él habría votado a Samarás.

"Pero no podré votarle porque no pude desplazarme hasta el lugar de voto. Pero mi voto habría sido para Samarás, como lo fue a favor de Nueva Democracia en las anteriores elecciones", apuntó.

"Temo que las cosas vayan peor que lo que están ahora", dijo.

En el colegio electoral del barrio de Exarjia, cerca de la plaza Omonia, Helena dijo que había votado "con los mismos criterios de siempre: que se salve Grecia".

"Hace muchos años que voto al mismo partido. Espero que a partir del lunes no ocurra un desastre y que se hagan cosas que ayuden a Grecia", comentó.

"Poco me interesa lo que pasa a mi partido preferido. Pero Grecia debe salvarse", dijo.

Dimitris, de 33 años, declaró que había votado "para que Grecia permanezca en Europa, en la eurozona, en el mecanismo de apoyo".

"No he votado a favor del mismo partido que había votado en las elecciones anteriores. He votado a favor de To Potami, porque me gustó su postura en la elección de presidente de la República", dijo.

Tasos, 70 años, afirmó: "Yo soy anarquista. Voté a Syriza, para que las cosas no empeoren aún más".

La tranquilidad y la ausencia de incidentes son la tónica general de la jornada electoral, tal y como comentó el ministro del Interior en funciones, Mijalis Theojaridiss.

En cinco mesas electorales de la región montañosa de Nafpaktía (Grecia occidental), la nieve había bloqueado las carreteras y fue necesario abrir un camino con quitanieves para que la gente pudiera ir a votar.

En una mesa electoral del sur de Creta, el presidente tuvo que ser trasladado por helicóptero, mientras que otra en Psérimosuna, en una isla del Dodecaneso cercana a Turquía, el presidente de la mesa fue trasladado por una embarcación de los guardacostas.

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