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El niño sí vale para estudiar

El gran problema no es su capacidad sino que el joven no sepa qué es lo que realmente le gustaría ser.

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Es una frase manida que está cayendo en desuso porque la realidad está demostrando su falsedad. El fracaso escolar y sobre todo el no acceder a estudios superiores se justificaba con que el niño “no vale para estudiar” y ahí se quedaba la cosa, en cerrar la puerta a una posible solución.

Obviamente no todos los niños, adolescentes y jóvenes son fueras de serie, pero eso no quita que puedan encauzar su formación siempre y cuando den con la tecla en lo que quieren hacer. Y una vez que lo  saben, ya no hay quien los pare.

Esta semana ha habido finales de curso en muchos centros y el Centro de Formación Profesional Sigler invitó a este medio a presenciar el trabajo de fin de curso de uno de sus módulos superiores de Formación Profesional, la oveja negra de la educación en las últimas décadas que han dado miles de licenciados que ahora están en el paro. Una Formación Profesional que ahora se retoma ante la demanda de sectores que precisan de profesionales preparados.

El curso de Animación sociocultural es uno de esos oficios que suena a fiesta y a pasarlo bien, pero que si bien precisa de personas extrovertidas y alegres porque su función es la de ocupar el ocio y tiempo libre de una futura clientela, conlleva clavar los codos como cualquier otra formación.
Ana Ortega, profesora del centro, explicaba las aplicaciones de esta formación, que no sólo tiene como campos el ocio y tiempo libre sino también la integración social o el desarrollo comunitario.

“Hay una población muy grande con carreras universitarias y la sociedad demanda también oficios que precisan de una formación más corta pero que cualifican para ejercer una profesión, un oficio, pero además, si ellos quieren continuar con su carrera, al ser un ciclo superior pueden convalidarlo con sus estudios universitarios”, que es una de las ventajas de la FP como está diseñada actualmente.

En cierto modo, explicaba Ortega, viene a dar solución a dos demandas sociales. La primera es la profesional y la otra es una salida para aquellos jóvenes que no tienen claro lo que quieren hacer, que andan “perdidos” y que encuentran en estos oficios algo que les llena.

Pero además, en muchos de los casos, la Formación Profesional actúa como puente entre la debacle que supone el no estar motivado para los estudios y el retomarlos una veez que pasa esa etapa confusa de la adolescencia que tantos jóvenes ha dejado en la calle sin cualificación alguna.

Lógicamente esto no ocurre sólo con un ciclo como Animación sociocultural, que por su naturaleza puede comenzar como un juego en ese periodo de “reenganche” en la formación. Ocurre con todos los ciclos y en muchos de los casos lo que se aprende en la Formación Profesional tiene continuidad en estudios superiores. Eso sí, se han perdido algunos años, pero no se ha perdido la guerra.

La conclusiónque se saca es que no es cierto que un adolescente no sirva para estudiar, sino que primero tiene que saber qué es lo que quiere y la experiencia demuestra que cuando encuentran lo que están buscando son los más entusiastas hasta el punto de recuperar todo el tiempo perdido.
Los alumnos del Sigler cerraron el curso interpretando Grease en playback para que sus familiares vieran lo que habían aprendido. Y lo bien que se lo pasan.

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