Hoy escribo esta columna con unas ganas, o más bien con un deseo, de formar la de la fecha en la que aparece; la fecha es altamente conocida por todos porque ¿cuántas veces la tentación nos ha llevado al borde de la denuncia, en la que sabemos que alguien que está desempeñando un cargo público parece que falta a la justicia conscientemente, es decir, a sabiendas de que está perjudicando a un tercero?
En la resolución propia de su cargo no se puede alegar ignorancia. Pero inexcusable sí que es, porque de una manera o de otra a eso se le llama prevaricación. De ahí las dudas que hoy he tenido de “armar la del dos de mayo” , aunque nunca es tarde.
Quiero suponer que muchos de los lectores conocen perfectamente casos en los que alguno con responsabilidad se encuentra inmerso dentro de estos desmanes prácticamente ilegales, pero yo les recomiendo que antes de tomar ninguna decisión hablen con quien corresponda para que corrijan a los que actúan en ese delgado filo que separa lo legal de lo ilegal.
Una vez tranquilizado, quiero dar un aplauso a nuestro alcalde por la labor que está desarrollando en la ciudad, porque El Puerto está cambiando a pesar de que algunos detractores digan que son medidas “populistas”, sobre todo los partidos de la oposición que más bien parecen enemigos que rivales.
No tengo la menor duda de que tendrá que hacer algunos cambios dentro del equipo que le acompaña, y pronto lo veremos. La llamada crisis de gobierno, sea grande o pequeña, forma parte de todos los equipos.
Lo que hay que hacer ver a todos los partidos que no forman parte del gobierno municipal, como también a los concejales que están integrados en el mismo, es que la Alcaldía no es una meta, sino una actitud y nuestro primer edil así lo ha entendido.
