Si es cierta la afirmación del clásico Gerardo Diego que la poesía se hace niña en Navidad, esta niña es delicada y poética en la voz del pregonero Jorge de Arco, encumbrado al anuncio oficial de unas fiestas que encuentran en la parroquia de San Pedro el marco cristiano y estético idóneo para tan significativa cita.
El autor de Llama de amor viva. Poesía ascética y mística española (Ed. Edelvives, Madrid 2013) que acaba de ver la luz quiso que la obra estuviera presente de alguna manera en su pregón, atendiendo a que Santa Teresa de Jesús o San Juan de la Cruz fueron poetas que también cantaron a la Navidad.
Jorge de Arco dejó sus primeras referencias para un tiempo ido donde “el amor era una palabra que no se había hecho cuerpo y verdad” y para un recuerdo familiar que extrapolar a las familias del mundo. Así, se “santiguó” en nombre de su padre, madre, hermanos y amigos...”. A eso, sonaban las campanadas de las nueve de la noche, y a pesar de la noche la parroquia de San Pedro se iluminó con los iniciales versos de Luis Rosales: “... No sé nada, Señor, nada/ más que tu nombre, y quisiera/ decir que sí, que has venido/ al mundo en Nochebuena,/ y es noche de sol, y es noche/ con algo nuestro que empieza,/ -¡no sé cómo!- en este llanto/ de un niño sobre la tierra”.
En su repaso por la poesía navideña, guiño nostálgico a Carlos Murciano -su padre- con el recordatorio del romance... “Caminaba blanca niña por los campos de Belén,/ camina que te camina, camino de ser mujer./ Detrás la sigue el esposo/ ciego ya de tanto ver,/ delante, la leve huella,/del ángel de Nazaret,/ En un establo en ruinas,/ se han venido a guarecer,/ Virgen se estaba la niña,/ intacta su doncellez:/ varón que la mancillase,/no viera el mundo nacer./ En el cristal de sus ojos,/ se copia un breve doncel;/ en los sus labios un nombre,/ se multiplica por tres./ En los sus pechos floridos,/ cantan la leche y la miel,/ y en el su vientre sin mancha,/comienza el amanecer”.
A partir de ahí, constantes referencias literarias a, por ejemplo, el sermón de Fray Alonso de Cabrera, San Juan de la Cruz, al cancionero de Gabriel de Peralta o a él mismo. Si lo normal es que el poeta arrime las ascuas a su poesía, que diría el pregonero, no pudo dejar de reparar en la segunda obra más antigua de nuestra lírica, El auto de los Reyes Magos, o en la aportación de Gerardo Diego como renovador de la tradición villanciquera de la poesía y del cancionero: “¿Quién ha entrado en el portal,/ en el portal de Belén?/ ¿Quién ha entrado por la puerta?/ ¿quién ha entrado, quién?/ La noche, el frío, la escarcha/ y la espada de una estrella./ Un varón -vara florida-/ y una doncella./ ¿Quién ha entrado en el portal/ por el techo abierto y roto?/ ¿Quién ha entrado que así suena/ celeste alboroto?/ Una escala de oro y música,/ sostenidos y bemoles/ y ángeles con panderetas/ dorremifasoles./ ¿Quién ha entrado en el portal,/ en el portal de Belén,/ no por la puerta y el techo/ ni el aire del aire, quién?/ Flor sobre impacto capullo,/ rocío sobre la flor./ Nadie sabe cómo vino/ mi Niño, mi amor.”, aunque el pregonero se permitiera resumir en unos versos.
Jorge de Arco arrimó al público unos graciosos versos de cosecha propia que relacionan la Navidad y la pintura: “Vincent Van Gogh ha llegado al portal/ con un jarrón amarillo/ y un montón de girasoles...”. Después de estas décimas se permitió recitar unos versos del poeta ruso Boris Pasternak y de Lope de Vega que bien enlazó con unas décimas propias: “José, la lumbre se apaga,/el niño desnudo llora...”.
El poeta reivindicó que el desvanecimiento de María del que hablaban sus versos fuera “una ventana a la alegría, porque si tenemos el corazón preparado Dios puede venir todos los días al mundo, todo el año puede ser Navidad...”. De Arco hizo la noche villancico: “Por la noche como un lirio,/ María como un alba,/el Niño como un trino./ El niño pobre llega descalzo y sometido,/ de sus manos resbala el ácimo humano del frío./ Belén es como un pozo,/ la noche como un grito...”.
La visión de un Dios terrenal
El pregonero cruzó las fronteras de la lírica española para recordarnos a Graham Green cuando dijo que “Dios nos gusta como el sol porque estamos lo suficientemente lejos de él”. Fue la antesala para que el pregonero ofreciera su particular visión del nacimiento del Creador: “Dios está naciendo en la mitad de los campos, allá donde el labrador se afana en mitad de los surcos y sementeras. Dios está naciendo en el edificio medio construido donde el albañil pelea con el palaustre y la plomada. Dios está naciendo entre las mesas de despacho, en los ordenadores donde el trabajador hilvana números y papeles. Dios está naciendo en el fondo de la mina, donde el hombre arranca el mineral sombrío. Dios está naciendo en la cubierta de cualquier barco, donde el marinero lucha con el pez chorreante. Dios está naciendo en el taller del artista o del poeta, donde el lienzo o el mármol o el papel están tomando forma y latido... Y aunque me empeño, ni me sorprendo ni me maravillo de verle tan enorme y tan pequeño”.
El pregonero finalizó reivindicando la plenitud en Dios, que “el arbolillo invasor no lo destierre nunca” y que “donde mejor podemos instalar el belén es en nuestro corazón”. De nuevo, retorno a los clásicos como Juan Ramón Jiménez: “Dios del venir, te siento entre mis manos;/ aquí estás enredado conmigo, en lucha hermosa/ de amor, lo mismo/que un fuego con su aire...”.
Después de un villancico propio recaló en la importancia del romancero popular de Arcos y en el trabajo desarrollado para su feliz recuperación, así como en el trabajo belenístico reencarnado en la asociación La Adoración, incluso en el Belén Viviente que la ciudad vivirá este sábado y, cómo no, en los Reyes Magos a través del evangelio de San Mateo.
Su pregón fue, sencilla y poéticamente, un canto de amor.
El pregonero tuvo la dicha de ser presentado por Pedro Sevilla, quien estacó la faceta literaria de Jorge de Arco, su biografía y su perfil profesional: universitario, traductor y crítico literario. A partir de ahí, enumeró su creación artística y los premios y reconocimientos recibidos. El poeta arcense hizo especial mención de la revista literaria nacida hace más de una década en Arcos bajo el “atinado” título de Piedra del Molino que dirige De Arco y cuyo nuevo número verá la luz en unos días.
En el acto oficial
Antes, el acto comenzó con las palabras del secretario de la Asociación de Belenistas La Adoración -organizadora del pregón que elige para el colectivo el poeta Antonio Murciano-. Antonio Bernal quiso hacer una cariñosa mención al párroco de San Pedro, el padre Jesús Lozano, por su colaboración con los belenistas y por su labor evangelizadora en Arcos; persona comunicativa que siempre da sentido a la acción belenista; hombre que invita a la reflexión hablando de los divino sin olvidar que somos humanos.
A continuación actuó para el atento público el quinteto gaditano Manuel de Falla, acto enmarcado en la colaboración entre el Ayuntamiento y la Diputación provincial de Cádiz. Los músicos recurrieron a los clásicos italianos en los primeros compases de su armónica y cálida interpretación que acabaría elevando el espíritu y el sentimiento fraterno entre todos... Después, regresaría para cerrar el pregón, en el que tampoco faltaron las palabras de aliento del mencionado sacerdote y del alcalde de la ciudad, José Luis Núñez, empecinado en felicitar las fiestas.
La Navidad arcense daba así sus primeros pasos.